La mayoría de las mañanas, antes de prepararse el desayuno, Brandi Andrade se pone un dispositivo parecido a un cinturón llamado OsteoBoost, que tiene una caja ovalada un poco más grande que un teléfono móvil que se apoya en la parte baja de la espalda. Con sólo pulsar un interruptor, la caja vibra para estimular el crecimiento y el fortalecimiento de los huesos, imitando los efectos de los ejercicios de alto impacto, como correr o caminar a paso ligero.
Andrade, de 50 años, vive en Asheville (Carolina del Norte) y tiene osteoporosis, que debilita los huesos. Fue una de las primeras personas en probar OsteoBoost, cuyo fabricante, Bone Health Technologies, está buscando la aprobación de la FDA para vender el constructor de huesos en Estados Unidos. Si se aprueba, OsteoBoost se unirá al floreciente mercado de los dispositivos sanitarios portátiles.
Las herramientas médicas que se llevan sobre el cuerpo o se adhieren a la ropa existen desde hace años, pero gracias a los avances de la tecnología digital, algunos médicos y científicos creen que los dispositivos portátiles están preparados para tener un gran impacto en la atención sanitaria. Y si cuentas tus pasos o calorías mirando tu reloj de pulsera, ya te has unido a la revolución.
Una vieja idea, hecha nueva
La idea de llevar un dispositivo en el cuerpo para controlar o supervisar una condición de salud no es nueva. Las gafas, por ejemplo, se remontan al siglo XIII. Más recientemente, a mediados del siglo XX llegó el monitor Holter, un dispositivo portátil de electrocardiograma que detecta los latidos irregulares del corazón y que los pacientes llevan durante un día fuera de la consulta del médico. Desde 1999, los monitores de glucosa portátiles facilitan a los diabéticos el control de su nivel de azúcar en sangre. Y la FDA aprobó en 2016 el primer sistema de páncreas artificial, que ajusta automáticamente los niveles de insulina para las personas con diabetes y se lleva fuera del cuerpo.
Sin embargo, los avances tecnológicos están haciendo que los ordenadores en miniatura que hacen funcionar los dispositivos sanitarios portátiles sean cada vez más sofisticados, e incluso más pequeños. Esto significa que pueden caber en lugares más discretos, como un reloj inteligente o una pulsera. Aproximadamente uno de cada cinco estadounidenses lleva un reloj inteligente o un dispositivo de seguimiento de la actividad física, según el Pew Research Center. Es cierto que algunas personas que compran relojes inteligentes no los utilizan más que para consultar la hora y quizá su correo electrónico. Sin embargo, muchos modelos de estos dispositivos de pulsera vienen equipados para hacer mucho más, como contar los pasos diarios, controlar el ritmo cardíaco y hacer un seguimiento de las calorías que se queman y las horas de sueño.
Cada vez hay más pruebas de que el uso de dispositivos de salud portátiles puede ayudar a alcanzar los objetivos de bienestar y fitness. Por ejemplo, en un estudio preliminar de 2019 realizado en la Universidad de Alabama, se reclutó a un grupo de 40 personas de 60 años o más con riesgo de padecer enfermedades cardíacas para que participaran en un programa de ejercicios. Todos recibieron asesoramiento sobre la aptitud física, que incluía consejos sobre cómo aumentar su nivel de actividad física diaria, además de sus sesiones formales de ejercicio. La mitad de los participantes recibieron un Fitbit, el popular reloj de pulsera de actividad, que cuenta los pasos y puede programarse para recordar a los usuarios que se levanten y se muevan periódicamente. El estudio descubrió que las personas de ambos grupos hacían la misma cantidad de ejercicio, pero los usuarios de Fitbit daban casi 2.000 pasos más al día, ya que pasaban menos tiempo sentado sin hacer ejercicio. Las pruebas mostraron que la presión sanguínea también se redujo más entre los usuarios de Fitbit.
Otros estudios sugieren que el uso de rastreadores de actividad estimula a las personas a ser más activas. Como mínimo, los dispositivos portátiles pueden ayudar a las personas a mantener y gestionar su cartera de actividades físicas, afirma el doctor Mintu Turakhia, que desarrolla y estudia los dispositivos sanitarios portátiles y es director ejecutivo del Centro de Salud Digital de la Universidad de Stanford. Hacer un seguimiento de la actividad, ver cómo ha mejorado la forma física y recibir empujones para ponerse de pie, hacer ejercicio y dormir más: todo ello puede tener un gran impacto en el bienestar general.
Pero, ¿por qué? ¿Cómo aumentan los wearables la actividad física? Nos dan información en tiempo real, dice el doctor Daniel Fuller, experto en salud pública, que estudia los dispositivos portátiles y ocupa la cátedra de investigación de Canadá sobre actividad física de la población en la Universidad Memorial de Terranova (Canadá). Por ejemplo, si su plan de ejercicio físico diario es dar 10.000 pasos y un vistazo a su Fitbit muestra que apenas ha superado los 8.000, sabe inmediatamente que no ha alcanzado su objetivo. Pero hay que reaccionar a la información y crear estrategias para llegar realmente a ese objetivo, dice Fuller, como decidir caminar unas cuantas manzanas más. Esa es la parte difícil. El reloj no puede hacerlo por ti.
Nuevas funciones para los smartwatches?
Todavía se desconoce si los relojes inteligentes pueden ayudar a gestionar aspectos de la salud más allá de aumentar la actividad física. Eso no ha impedido que los fabricantes introduzcan todo tipo de nuevas herramientas. Por ejemplo, algunos smartwatches disponen ahora de sensores que controlan los niveles de oxígeno en sangre, una métrica que ha cobrado gran interés recientemente, ya que un nivel bajo de oxígeno podría ser un signo de COVID-19, incluso entre personas que no experimentan síntomas. También existen pulseras que controlan la presión arterial y están en camino modelos que controlan el azúcar en sangre.
Sin embargo, los científicos y los médicos siguen tratando de averiguar qué papel pueden desempeñar estos nuevos dispositivos portátiles en el control de la enfermedad. En primer lugar, tenemos que averiguar si estas tecnologías mejoran los resultados clínicos, como la prevención de enfermedades cardíacas o sus complicaciones, dice Turakhia. Y tenemos que pensar en cómo integrar estas tecnologías no sólo en su vida, sino en su atención sanitaria diaria, de forma inteligente y eficiente.
Los primeros indicios sugieren que los wearables podrían desempeñar un papel en la detección y gestión de enfermedades graves. Turakhia fue el autor principal del Estudio del Corazón de Apple, que examinó si el Apple Watch puede detectar cuando una persona tiene un ritmo cardíaco irregular, dando una notificación de que debe consultar a un médico. El mismo sensor del reloj que mide la frecuencia cardíaca también puede detectar un pulso errático, que puede ser un signo de fibrilación auricular (AFib), un latido irregular que aumenta el riesgo de coágulos de sangre, accidentes cerebrovasculares y otras complicaciones relacionadas con el corazón.
En esta investigación participaron 419.297 personas que no habían sido diagnosticadas previamente con problemas de ritmo cardíaco. En el estudio, el Apple Watch detectó latidos irregulares en un pequeño número de participantes, y el 84% resultó tener fibrilación auricular en el momento en que se envió la notificación. (Se está realizando un estudio de seguimiento más amplio.) Turakhia, que trata problemas de ritmo cardíaco, utiliza ahora los datos recogidos en los smartwatches de los pacientes como parte de su enfoque general para gestionar sus afecciones.
Ropa inteligente y más allá
Las prendas que se llevan sobre el cuerpo constituyen otra categoría de dispositivos sanitarios vestibles, y van desde herramientas que pueden salvar la vida hasta productos que pueden hacer levantar una ceja.
En un extremo del espectro está el chaleco LifeVest, un desfibrilador portátil aprobado por la FDA para personas con riesgo de muerte súbita cardíaca (MSC), que se produce cuando el corazón deja de latir bruscamente o no puede latir con suficiente fuerza para suministrar sangre al cuerpo. El LifeVest tiene electrodos que controlan el ritmo cardíaco; si un monitor que se lleva en la cintura detecta un ritmo cardíaco acelerado, el LifeVest administra una descarga destinada a restablecer el ritmo normal. Algunos pacientes que corren el riesgo de sufrir una MSC debido a problemas de ritmo cardíaco utilizan LifeVest como protección mientras esperan que se les implante un desfibrilador, pero el dispositivo también es una opción para quienes no son candidatos a un implante.
Incluso se puede comprar ropa inteligente equipada con sensores que le monitorizan mientras hace ejercicio y le dan información sobre su rendimiento a través de una aplicación móvil.
Mientras tanto, hay una amplia gama de otros dispositivos sanitarios portátiles en diversas fases de desarrollo. Entre ellos se encuentran:
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Un dispositivo de diálisis vestible para personas con insuficiencia renal.
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Un dispositivo que se lleva en la muñeca y que avisa a las personas que han tenido un melanoma de que están tomando demasiado sol.
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Sensores portátiles que pueden ayudar a los médicos a diagnosticar y controlar la enfermedad de Parkinson.
Qué grado de precisión y seguridad tienen?
Si te decides a probar un dispositivo de salud vestible, como un rastreador de actividad, es posible que te preguntes: ¿Qué grado de precisión tienen? En general, los dispositivos lo hacen bastante bien, dice Fuller, que supervisó la mayor revisión científica de los wearables para medir los pasos, la frecuencia cardíaca y la quema de calorías, que se publicó en la revista JMIR mHealth and uHealth en septiembre de 2020. Según Fuller y sus colegas, cuando se prueban en condiciones de laboratorio, los smartwatches cuentan los pasos con una precisión del 3%, aunque cuando los científicos los han probado en el mundo real sus recuentos han tendido a ser algo menos precisos. Además, Fuller descubrió que algunas marcas miden mejor que otras la frecuencia cardíaca. Y ninguna mide con precisión la quema de calorías, por lo que no conviene utilizar la lectura de su reloj inteligente para decidir si está bien comerse una segunda galleta.
Dado que los wearables transmiten los datos de forma inalámbrica a las aplicaciones de los teléfonos inteligentes y a los servidores en la nube (donde los proveedores de atención sanitaria pueden recuperar los datos), cabe preguntarse si su privacidad está protegida. ¿Podrían utilizarse sus datos sanitarios para fines no deseados? La mayoría de los proveedores han dejado claro que los datos de los pacientes están protegidos y no se comparten con terceros, afirma Eleftheria Kouri, analista de investigación de tecnologías de consumo de ABI research, una empresa de asesoramiento sobre mercados tecnológicos.
Para algunos usuarios, los dispositivos de salud portátiles son un complemento divertido de su régimen de salud diario. Me gusta mucho usar OsteoBoost, dice Brandi Andrade, actriz y profesora universitaria, que lo utiliza durante 30 minutos al día. Es como hacer un entrenamiento extra". La última evaluación de Andrade sobre la osteoporosis indicó que su salud ósea había mejorado. No está claro si OsteoBoost se lleva el mérito, ya que toma otras medidas para fortalecer sus huesos, como recibir terapia hormonal y hacer ejercicio. Pero el informe médico positivo de Andrade la ha convencido de seguir con el dispositivo. Estaba encantada, dice, así que sigamos con las buenas vibraciones.