Todo sobre el ajo

¿Qué es el ajo?

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Esta hortaliza con forma de bulbo forma parte de la familia de las cebollas, a la que también pertenecen el cebollino, el puerro y la cebolleta. A diferencia de sus parientes, el bulbo de ajo está formado por muchos trozos más pequeños llamados dientes. El llamado ajo silvestre es similar, pero no es la misma planta. Tampoco lo es el ajo elefante, que en realidad es un tipo de puerro.

Cómo controlar el olor

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El ajo no tiene mucho olor hasta que se pela, se aplasta o se mastica el diente. Así se liberan los compuestos de azufre que dan al ajo crudo su famoso olor y sabor. La cocción suaviza el sabor. Si no te gusta lo que hace a tu aliento, mastica hojas de menta crudas, manzanas o lechuga justo después de comer un plato con ajo.

Dónde se originó el ajo?

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Dónde y cuándo apareció el ajo es un misterio. Los expertos creen que lo más probable es que fuera en Asia Central. Los registros muestran que los habitantes de la India y Egipto lo cultivaban hace más de 5.000 años, lo que lo convierte en uno de los primeros cultivos. Más tarde, se extendió a China y al sur de Europa. Casi todo el ajo que se produce en Estados Unidos se cultiva en California.

El ajo en la antigüedad

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Los griegos amaban tanto el ajo que ofrecían bulbos como regalo a los dioses. Pero el aliento a ajo era motivo de expulsión del templo. El primitivo médico Hipócrates utilizaba el ajo para tratar los parásitos, como laxante y como diurético. Para los romanos, el ajo era una especia y un alimento. Lo utilizaban para tratar la tuberculosis, la fiebre y otras enfermedades. Se decía que una mezcla de jugo de ajo y tomillo, frotada sobre el cuerpo, protegía a las personas de las mordeduras de serpiente.

Del resfriado a la peste

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Los ingleses utilizaban una mezcla de ajo, miel y a veces alcohol para tratar los resfriados, la fiebre y la diarrea. Los franceses creían que el ajo había salvado cientos de vidas de la peste en 1720. Hasta bien entrado el siglo XX, el ajo se utilizaba para proteger a la gente del cólera, la fiebre tifoidea y la difteria. En el brote de gripe de 1917-1918, los estadounidenses llevaban collares de ajo para mantener alejada la enfermedad.

¿Y los vampiros?

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Según la leyenda, si un vampiro te persigue, puedes hacerle cambiar de opinión con ajo. Probablemente porque al machacar un diente se produce alicina, que crea el famoso olor sulfuroso del ajo. En la Edad Media, los habitantes de los países eslavos donde nació la leyenda del vampiro consideraban el ajo un arma contra los demonios. Pero también es posible que la reputación del ajo como combatiente de enfermedades le diera este papel de apoyo en una de las leyendas más duraderas de la historia.

Cómo conservar el ajo

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Cómpralo fresco. Busque bulbos gordos con una piel firme que no esté deshilachada o suelta. Evite el ajo con moho o brotes, ya que es una señal de que es viejo. Guárdalo en un lugar fresco y oscuro con buena ventilación, como una despensa. El ajo se conserva durante unos meses. Pero utilícelo antes de una semana para obtener el máximo sabor y nutrientes.

Qué hace que el ajo sea saludable?

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La mayor parte del mérito es de la alicina, el aceite que da al ajo su sabor y olor sulfurosos. También es antibacteriano. Pero el ajo tiene otros 40 compuestos saludables, como la arginina, los oligosacáridos, los flavonoides y el selenio. Los expertos dicen que cualquiera de ellos, o sus mezclas, podrían ser la razón por la que el ajo favorece la buena salud.

Qué puede hacer el ajo por ti?

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Algunos estudios demuestran que el ajo podría ayudar a las personas con enfermedades del corazón. Puede reducir el colesterol y la presión arterial, mantener las arterias flexibles y ayudar a prevenir los coágulos de sangre y la acumulación de placa. También podría reducir el riesgo de infarto. Aunque no es tan eficaz como los medicamentos, el ajo puede tener un papel como tratamiento secundario. También podría reducir el nivel de azúcar en sangre en personas con diabetes.

Hechos y mitos

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Muchas afirmaciones sobre los beneficios del ajo para la salud no están demostradas por la ciencia. Esto incluye el uso del ajo para los resfriados, la gripe y otros virus, el dolor de garganta, el alzhéimer o para reforzar el sistema inmunitario. Aunque algunos estudios demuestran que las personas que consumen más ajo tienen un menor índice de algunos tipos de cáncer, se necesita más investigación.

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