Tratar con un chismoso puede ser difícil. Los niños pequeños se toman las normas muy en serio, por lo que pueden sentir la necesidad de contárselo a un adulto cuando otros niños las incumplen. Aunque el chivateo es una etapa normal del desarrollo infantil, hay algunas cosas que puedes hacer para desalentarlo.
Por qué los niños son chismosos?
A medida que los niños aprenden las normas, llegan a saber qué comportamiento es el adecuado. A menudo no tienen la capacidad de resolver problemas para afrontar una situación en la que otro niño se está portando mal, así que se lo hacen saber a un adulto. A veces, los adultos refuerzan accidentalmente el comportamiento de los chismosos al prestarles atención. A medida que los niños crecen y desarrollan más habilidades para resolver los conflictos entre iguales, dejarán de chismorrear de forma natural.
La diferencia entre chismorrear y contar
Los niños pasan mucho tiempo aprendiendo las normas de sus familias, colegios, guarderías y otros lugares donde pasan el tiempo. Es natural que denuncien cuando otros niños hacen algo mal. Muchos niños esperan que se les elogie por denunciar y no se dan cuenta de que hay algo malo en ello. Puedes aprovechar el deseo de tu hijo de seguir las normas estableciendo algunas reglas sobre el chivateo.
No quiere impedir que su hijo le cuente cosas serias, así que no prohíba el chivatazo directamente. En cambio, responda a la pregunta de su hijo: "¿Qué es un chivato?" explicándole la diferencia entre contar y chismorrear. Contar es hacer saber a un adulto que necesita ayuda para resolver un problema o que está ocurriendo algo peligroso. Si tu hijo te cuenta algo porque quiere proteger a un amigo, no es un chivato.
El chismorreo es algo mezquino y a menudo se hace para meter a otro niño en problemas. Informar de una situación que el niño es capaz de manejar por sí mismo también es chismorreo. Si tu hijo aprende a diferenciar entre las situaciones que puede manejar por sí mismo y las que no, será menos probable que chismee.
Enseña a tu hijo a resolver los conflictos de forma respetuosa
Enseñar a tus hijos a resolver conflictos no sólo reducirá sus chivatazos, sino que les proporcionará valiosas habilidades que podrán utilizar el resto de su vida. Si los niños no aprenden a resolver conflictos de forma productiva en la primera infancia, les resultará mucho más difícil aprender más adelante.
Para resolver conflictos, los niños tienen que ser capaces de identificar sus emociones y aprender a controlar cómo las expresan y actúan. También tienen que aprender a interpretar las emociones de los demás. Aquí tienes algunas formas de ayudar:
Haz que se cumplan las normas. Explica a tus hijos que todos tienen derecho a sentirse seguros, tanto física como emocionalmente. Establece normas sobre lo que está permitido y lo que no cuando intentes resolver un conflicto. Hazles saber que está bien nombrar y expresar sus sentimientos, pero que no pueden reaccionar con agresiones físicas o insultos.
Afronta los sentimientos de forma constructiva. Cuando tu hijo tenga una crisis, ayúdale a etiquetar sus emociones y a trabajar con técnicas de autorregulación. "Pareces enfadado. Es frustrante que no puedas balancearte. ¿Puedes pensar en algo que hacer mientras esperas tu turno?".
Entrene a los niños en la resolución de conflictos. Dé a cada niño un turno para hablar y guíe la discusión con preguntas como:
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¿Cuál es el problema?
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Qué has hecho para intentar solucionarlo?
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Cómo ha funcionado?
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Se te ocurre otra idea para resolver el problema?
Trabaja en el proceso de lluvia de ideas con los niños y habla de los pros y los contras de cada solución. Decidan juntos una solución y lleven a cabo el plan. Si no resuelve el problema, vuelve al proceso de lluvia de ideas.
Guiar a los niños para que enmienden sus errores. Piensa más allá del "lo siento". Si su hijo ha herido los sentimientos de alguien, pregúntele qué cree que haría sentir mejor a la otra persona. Algunos niños pueden querer disculparse, pero también pueden querer dar un abrazo o una tarjeta hecha en casa. Lo importante es expresar un arrepentimiento genuino.
Observe cuando su hijo se esfuerza. Cuando su hijo se esfuerce por resolver una disputa o regule sus emociones, déle un refuerzo positivo. Por ejemplo: "Me he dado cuenta de que has utilizado tus palabras cuando te has enfadado en lugar de lanzar algo. Buen trabajo".
Habla de los sentimientos. Desde el momento en que tu hijo nace, ayúdale a desarrollar un amplio vocabulario sobre sus sentimientos haciendo lo siguiente:
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Relacionar el comportamiento y los sentimientos: "Sé que estás enfadado porque veo que tienes los puños cerrados".
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Introducir palabras que etiqueten sentimientos asociados al conflicto, como frustrado, solitario, molesto y dejado de lado.
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Traduce a tu hijo el lenguaje corporal de otros niños: "Ese niño está llorando porque no quiere salir del parque".
Cómo responder cuando tu hijo te habla mal
Cuando su hijo chismoso, es importante evitar responder de una manera que empeore el comportamiento. En lugar de reñirle: "No seas chismoso", he aquí algunas respuestas positivas que no fomentarán más chismes:
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No respondas al chivatazo a menos que alguien esté en peligro. En su lugar, anime al chismoso a contarle algo sobre su día.
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Valide a su hijo reconociendo que sabe distinguir el bien del mal.
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Afirme a su hijo por preocuparse por otra persona.
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Dígale a su hijo que está seguro de que podrá solucionar las cosas con su amigo.
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Anime a su hijo a trabajar en el proceso de resolución de conflictos.
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Si tiene que corregir al niño que fue chismoso, hágalo lejos del chismoso.
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Presta mucha atención a tu hijo cuando se porte bien.
Con el tiempo, tu hijo aprenderá a resolver conflictos por sí mismo y aprenderá cuándo debe contarle un problema a un adulto. Ten paciencia mientras aprenden estas nuevas habilidades.