De los archivos del médico
Steve y Laura creían que los niños estaban dormidos. Él se había ido de viaje de negocios y ellos estaban ansiosos por estar juntos. Demasiado ansiosos, tal vez, porque no cerraron la puerta de su habitación. Resultó que James, de 8 años, tampoco había pasado suficiente tiempo con papá. Esperando meterse en la cama para acurrucarse más, entró sin llamar.
De pie en la puerta durante tres largos segundos ("uno mil, dos mil, tres mil"), James vio cosas que nunca había visto hacer a sus padres, hasta que Steve y Laura se dieron cuenta de que estaba allí. ¿Cómo lo manejaron él -y ellos-?
La respuesta dependía en gran medida de una cosa: la cantidad de información precisa y adecuada a la edad que Steve y Laura ya habían compartido con James. Si un niño ha tenido muchas conversaciones pequeñas y casuales sobre la sexualidad con sus padres desde que empieza a hablar, no es probable que la reacción sea negativa.
Por eso, aunque siempre aconsejo a los padres que comprueben que han cerrado la puerta de su habitación con llave (y que instalen una cerradura si no la tienen), también les digo que no se sientan desolados por una visita sorpresa. No hay nada malo en que los niños entiendan que los padres comparten una forma especial de intimidad física entre ellos. (De hecho, es muy saludable). Una experiencia así puede resultar embarazosa, pero lo mejor es mantener la calma y la naturalidad. Los padres pueden decir: "Estamos teniendo un momento de intimidad juntos y nos gustaría que salieran de la habitación. Por favor, asegúrate de cerrar la puerta".
Los padres también deben dirigirse al niño para preguntarle qué ha visto -o creído ver- y para invitarle a hacer preguntas u ofrecerle tranquilidad sobre lo sucedido. Un niño de 3 años puede preguntarse si se ha hecho daño a alguien (basándose en los sonidos y las acciones), por lo que es una buena idea tranquilizarle. Un niño de 5 años es probable que se convierta en todo un científico e intente acercarse lo máximo posible -sin ser descubierto- para averiguar qué está pasando exactamente. (Un niño de 8 años puede haber llegado a la etapa de los "piojos" y pensar que es raro que alguien quiera hacer eso. Un niño de 12 años es probable que se sienta "asqueado" y se ponga de perfil porque sus padres estaban teniendo sexo.
Los padres a los que se les pilla haciendo el tonto tienen que entender que los niños procesan la información sobre el sexo -todo, desde lo que hablan sus amigos con ellos hasta lo que hacen sus padres- de forma gradual e incremental. Eso significa que si un niño como James ve por casualidad a sus padres, es probable que sienta cierta sorpresa. Pero no tanto si ya sabe que sus padres a veces expresan su cariño mutuo besándose y frotando sus cuerpos y genitales mientras están desnudos en la cama. Ofrece a tus hijos un flujo constante de información sexual, y si por casualidad te ven en el acto, la temida "escena primal" no tiene por qué ser tan molesta.
Publicado originalmente en el número de enero/febrero de doctor the Magazine.