Por qué los niños lloriquean y cómo detenerlos

De los archivos de la doctora

Anne Crawford tiene tres hijos, de 8 a 13 años, por lo que ha escuchado su cuota de lloriqueos.

"Mis hijos se quejan por hacer las tareas", dice, "o por lo injusto que es que uno reciba algo y el otro no. Diría que los lloriqueos son algo normal".

Según Laurel Schultz, pediatra del Área de la Bahía, los niños lloriquean por una razón muy sencilla. Funciona. "Los lloriqueos llaman la atención de los padres", dice Schultz. "Un gemido agudo es eficaz porque un padre no puede no atenderlo".

Cómo prevenir el lloriqueo

Schultz explica que no se trata de una estrategia consciente por parte de los niños, sino de un comportamiento aprendido... y los padres suelen desempeñar un papel. Si un niño pide algo de forma educada y el padre no responde la primera o las dos primeras veces, el niño subirá el volumen. Un niño pequeño puede gritar o incluso hacer una rabieta. Pero un niño mayor, que tiene más autocontrol, es probable que se queje.

Para evitar los lloriqueos, Schultz aconseja a los padres que no esperen a que los niños estén angustiados para reconocerlos. "Es importante responder a esa primera petición de atención, si se puede", dice. "Si estás hablando por teléfono o en medio de una conversación, haz contacto visual con tu hijo y levanta un dedo, para que sepa que estarás con él en un minuto. Luego, préstale atención a tu hijo en cuanto puedas hacerlo con educación."

Una llamada de atención

La educadora y psicóloga del desarrollo Becky Bailey dice que cuando se producen los lloriqueos, los padres deben respirar hondo y recordar que el niño no está tratando de ser irritante. En realidad, el niño está pidiendo ayuda.

"Responda con frases en forma de yo", dice Bailey, "y modele la forma en que quiere que el niño hable. Diga algo como: 'No me gusta que te quejes. Si quieres un vaso de leche, dilo así'. Luego modele las palabras y el tono exactos que quiere que el niño utilice".

Si su hijo sigue lloriqueando, y usted está seguro de que no es por dolor o enfermedad, Bailey sugiere que mire más allá del comportamiento llorón para determinar el mensaje más amplio que transmite. "Pregúntese: '¿He estado más ocupado de lo normal? ¿Ha cambiado la rutina de mi hijo? ¿Ha requerido un hermano más atención por alguna razón? A menudo, los lloriqueos son una señal de que ha llegado el momento de volver a conectar con tu hijo".

Para ello, aconseja que pasen un tiempo juntos leyendo, cocinando una comida o haciendo algo que le guste al niño. "Unos minutos de conexión con su hijo una o dos veces al día pueden suponer una gran diferencia para las familias que se enfrentan a comportamientos difíciles", dice Bailey.

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