Rivalidad entre hermanos y otros problemas entre hermanos

"¡Ella puede ir al cine con sus amigos! ¿Cómo es que yo no puedo ir?"

"¡Le quieres más que a mí!"

"¡Desearía ser hijo único!"

Los padres lo han oído todo cuando más de un hijo reside bajo su techo. Aunque los hermanos pueden ser los mejores amigos, es raro encontrar un niño que se lleve bien con todos sus hermanos.

Los hermanos se pelean: es el flujo natural de la vida familiar. Las diferentes personalidades y edades pueden influir, pero los hermanos también suelen verse como rivales, compitiendo por una parte igual de los limitados recursos familiares (como el baño, el teléfono o el último trozo de tarta) y por la atención de los padres.

La rivalidad entre hermanos es una parte normal del crecimiento, pero puede volver locos a los padres. ¿La clave para minimizar las disputas en casa? Saber cuándo dejar que tus hijos resuelvan sus problemas por sí mismos y cuándo intervenir y hacer de árbitro.

La raíz del conflicto

Los niños no siempre son los seres humanos más racionales, sobre todo los más pequeños. A veces, el menor problema puede convertirse en una gran batalla y tensar la relación entre hermanos hasta el punto de ruptura.

Atención.

Los niños siempre compiten por la atención de sus padres. Cuanto más ocupados están los padres, mayor es la demanda de su atención y menos pueden centrarse en cada hijo. Cuando hay un nuevo bebé, puede ser difícil para el otro niño aceptar perder su posición como centro de atención. A veces, la atención de los padres se centra en un niño que está enfermo o tiene necesidades especiales (por ejemplo, debido a un problema de aprendizaje). Los niños se comportarán mal para conseguir la atención que desean si sienten que se les ignora.

Compartir.

La mayoría de los hogares no tienen recursos ilimitados. Eso significa que todos los hermanos tendrán que compartir al menos algunas de sus posesiones. Ceder un juguete u otra posesión favorita a un hermano puede ser especialmente duro para los niños pequeños.

Personalidades únicas.

Tu hijo mayor puede ser testarudo mientras que el pequeño es más tranquilo e introvertido. Las diferencias de temperamento pueden provocar enfrentamientos. Las diferencias de edad y de género también pueden provocar peleas entre hermanos.

Problemas de equidad.

Los niños son como pequeños abogados, siempre exigiendo justicia e igualdad y luchando por lo que perciben que son sus derechos naturales. Un hermano pequeño puede quejarse de que su hermana mayor puede ir a un concierto y ellos tienen que quedarse en casa, mientras que la hermana mayor se queja de que tiene que cuidar a su hermana pequeña en lugar de salir con sus amigos. Los sentimientos de trato injusto y los celos entre hermanos pueden provocar resentimiento.

Cómo encontrar un buen equilibrio familiar

Puede que los gritos te estén volviendo loco, pero evita meterte en medio de una discusión a no ser que un niño corra peligro de hacerse daño. Intenta que tus hijos resuelvan sus propios problemas. Intervenir no les enseñará a manejar los conflictos y podría parecer que usted favorece a un niño en detrimento de otro, sobre todo si siempre castiga al mismo.

Algunos desacuerdos son más fáciles que otros para que los niños terminen por sí solos. Aquí tienes algunos consejos para resolver el conflicto cuando las peleas entre hermanos se intensifican hasta el punto de que ya no puedes mantenerte al margen:

Separar.

Saca a tus hijos del ruedo y deja que se calmen en sus propios rincones: sus habitaciones. A veces, todo lo que los niños necesitan es un poco de espacio y tiempo lejos de los demás.

Enseña a negociar y a transigir.

Enseña a tus hijos a resolver las disputas de forma que satisfagan a los dos hermanos implicados. Primero, pídeles que dejen de gritar y empiecen a comunicarse. Dale a cada niño la oportunidad de expresar su versión de los hechos. Escuche y no juzgue. Intenta aclarar el problema ("Parece que estás muy enfadado con David por haberte quitado tu videojuego favorito") y pide a tus hijos que encuentren una solución que funcione para todos. Si no se les ocurre ninguna idea para resolver el problema, introduce una solución. Por ejemplo, si los niños se pelean por un juego nuevo, propón que escriban un horario que dé a cada niño una cantidad de tiempo determinada para jugar con el juego.

Haz que se cumplan las reglas.

Asegúrate de que todos tus hijos cumplen las mismas reglas, que deben incluir no pegar, insultar o dañar la propiedad de los demás. Deja que tus hijos opinen sobre cómo se establecen y aplican las normas. Pueden decidir que el castigo por pegar es perder el privilegio de ver la televisión durante una noche. Dejar que tus hijos participen en el proceso de toma de decisiones les hará sentir que tienen al menos un poco de control sobre sus propias vidas. Cuando tus hijos sigan las normas, elógialos por ello. Las normas pueden ser diferentes según la edad del niño, al igual que los privilegios y las consecuencias pueden variar con la edad del niño.

No tengas favoritos.

Aunque uno de tus hijos se meta en problemas constantemente y el otro sea un ángel, no tomes partido ni compares a tus hijos (por ejemplo, "¿Por qué no puedes ser más como tu hermana?"). Esto sólo hará que tus hijos se resientan más. Dar un trato preferente a un hijo también puede perjudicar las relaciones entre usted y sus hijos.

No hagas que todo sea igual.

No existe la igualdad perfecta en una familia. Es inevitable que un hijo mayor pueda hacer algunas cosas que sus hermanos pequeños no pueden. En lugar de intentar que tus hijos sean iguales, trata a cada uno de ellos como un individuo único y especial.

Da a los niños los derechos sobre sus propias posesiones.

Compartir es importante, pero no hay que obligar a los niños a compartirlo todo. Todos tus hijos deben tener algo especial que sea completamente suyo.

Celebra reuniones familiares.

Reúne a toda la familia una vez a la semana para resolver cualquier problema. Da a cada miembro de la familia la oportunidad de exponer sus quejas, y luego buscad soluciones juntos.

Presta atención a cada hijo por separado.

Puede ser difícil pasar tiempo a solas con cada hijo, sobre todo cuando se tiene una familia numerosa. Pero una de las razones por las que los hermanos se resienten entre sí es que sienten que no reciben suficiente atención de tu parte. Para que tus hijos sepan que los valoras a todos, dedica tiempo a cada uno de ellos. Dedique días especiales a llevar a su hija de compras o a su hijo al cine, los dos solos. Incluso 10 o 15 minutos de su atención cada día pueden hacer que su hijo se sienta especial.

Cuando las peleas entre hermanos se salen de control

Es completamente normal que los hermanos se peleen de vez en cuando. Pero cuando las peleas se intensifican hasta el punto de que uno de los niños se convierte en víctima emocional o física, es necesario detenerlas. Los golpes repetidos, los mordiscos o los comportamientos "torturadores" (por ejemplo, las cosquillas incesantes, las burlas o los menosprecios) son formas de maltrato entre hermanos y justifican que intervengas. Si no puedes detener la violencia por ti mismo, habla con el pediatra de tu hijo o con un profesional de la salud mental para obtener ayuda inmediata.

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