Por qué la necesitas
1/12
El agua hace que tu cuerpo funcione como debe. Tus órganos, músculos y articulaciones la necesitan. También ayuda a tu sistema inmunitario a combatir los gérmenes, es estupenda para tu piel y te refresca cuando tienes calor. Beber agua puede ayudarte a perder peso y a reducir las posibilidades de padecer cálculos renales. Si no forma parte de tu rutina diaria, puedes hacer algunas cosas para cambiar eso.
Come tu agua
2/12
Puedes, y probablemente lo hagas. La mayoría de las personas obtienen alrededor del 20% del agua que necesitan cada día de los alimentos. De este modo, el agua entra en tu organismo más lentamente y puede venir acompañada de los nutrientes que necesitas. Entre los alimentos que tienen mucha agua están la sandía, los pepinos, el calabacín y los tomates.
Toma un poco de sopa
3/12
Es sobre todo agua, y hay para todos los gustos. Puedes hacer caldo con pescado, pollo, huesos de ternera o verduras. Añade alubias, verduras, carnes, cereales o hortalizas, incluso pasta o huevos. Si te encuentras mal, prueba con un caldo de pollo casero: Obtendrás más H2O, e incluso puede que te quites el resfriado más rápido.
Añade un toque
4/12
Un pequeño chorro de limón puede hacer que el agua corriente sea un poco más interesante, y además es bueno para ti. Los limones tienen antioxidantes y potasio para ayudar a mantener tus células sanas, y ácido cítrico para ayudar a la digestión y prevenir los cálculos renales.
Haz que brille
5/12
Si buscas algo con un poco más de chispa, el agua con gas o efervescente puede servirte. Las burbujas pueden dar un toque a tu bebida sin añadir azúcar y otras cosas que no son buenas para ti.
Complace a tu diente salado
6/12
Un tentempié vespertino de nueces ligeramente saladas o de palomitas de maíz puede ser lo que te haga coger un vaso de agua. Ambos alimentos tienen proteínas y fibra, y las palomitas son integrales y no tienen grasa (siempre que no las llenes de mantequilla). Las nueces también tienen cosas como ácidos grasos omega-3 y vitamina E que son buenas para el corazón, pero no te pases: tienen muchas calorías.
Tómate un descanso para el café (o el té)
7/12
Sí, tienen cafeína, pero también están llenos de agua. Sin embargo, no los tomes todo el día, o podrías tener nerviosismo o incluso dolor de barriga. Dos tazas al día son suficientes, y lo más saludable es prescindir del azúcar y la nata.
Lleva el agua contigo
8/12
Es algo sencillo, pero puede marcar la diferencia: si tienes agua cerca, es más probable que la bebas, sobre todo si estás fuera de casa. Para mantener el agua fría, hazte con una botella de acero inoxidable y añade un poco de hielo o utiliza botellas aptas para el congelador. Cógela al salir por la mañana y ten agua helada sobre la marcha.
Empieza un nuevo hábito
9/12
Haz que forme parte de tu rutina el tomar un vaso alto de agua antes de sentarte a comer. Es bueno para tu cuerpo y, además, es probable que comas menos. En un estudio, las personas que estaban a dieta comían unas 85 calorías menos por comida si bebían 16 onzas media hora antes de cada comida. A lo largo de 12 semanas, perdieron 2,5 kilos, un 50% más que los que no bebieron antes de sentarse.
Conseguir una App
10/12
Si necesitas un recordatorio para beber, hay muchas aplicaciones para ello. Pueden ayudarte a llevar un control de la cantidad de agua que bebes y sugerirte cuánta debes tomar y cuándo. Si no quieres descargarte nada, configura algunos recordatorios amistosos en tu smartphone.
Dale sabor
11/12
Si te gustan los alimentos con picante, pueden ayudarte a introducir más líquidos en tu organismo. Has intentado alguna vez comer comida india sin un vaso grande o dos de algo fresco para beber? Para aliviar el ardor, opta por la leche como bebida saludable.
Cuándo beber
12/12
Bebe cuando tengas sed: es la forma que tiene tu cuerpo de indicarte que necesitas más agua. Pero también presta atención cuando vayas al baño. Si tu orina es de color amarillo oscuro, es posible que tu cuerpo esté reteniendo agua, y eso puede ser una señal de que necesitas más. La cantidad que necesitas es diferente para cada persona, dependiendo de tu salud, de lo seco que sea el aire donde vives y de tus actividades diarias.