Por Stephanie Booth
Puede que no tengas hambre cuando estés recibiendo quimioterapia, pero es importante que sigas comiendo bien. Los alimentos nutritivos mantienen tus fuerzas, combaten la fatiga y ayudan a tu cuerpo a sanar. Aquí tienes 11 consejos saludables en los que debes pensar, incluso cuando la comida sea lo más alejado de tu mente:
Combate las náuseas.
Es difícil comer cuando incluso la idea de la comida te hace sentir mal. Combate el malestar estomacal con alimentos secos como las galletas. Cómelas a primera hora de la mañana y luego cada pocas horas. Bebe ginger ale o té de jengibre a lo largo del día. El jengibre, el limón, la lavanda y la menta también pueden ayudar a calmar el estómago.
Come tus alimentos favoritos.
Tu apetito, y los alimentos que te atraen, pueden cambiar de un día a otro. No pasa nada por comer alimentos ricos en grasas y calorías de los que normalmente intentas alejarte, o por comer, por ejemplo, alimentos para el desayuno en la cena. De momento, come lo que te parezca bien, cuando te parezca bien.
Prueba con comidas pequeñas.
Muchas personas que reciben quimioterapia descubren que tienen más apetito cuando comen cada pocas horas. Intente hacer de seis a ocho comidas pequeñas al día en lugar de tres grandes.
Pónselo fácil.
Algunos días no querrás hacer la compra ni cocinar. Planifica con antelación y mantén tu despensa repleta de alimentos fáciles de preparar. Los días que te sientas bien para cocinar, prepara porciones adicionales y congélalas para más tarde. Pide a tus amigos y familiares que te ayuden a hacer la compra y a preparar las comidas, o considera la posibilidad de que te lleven la comida a domicilio.
Bebe a sorbos durante todo el día.
Mantenerse hidratado ayuda al cuerpo a eliminar las toxinas, pero beber demasiado de una vez puede hacer que te sientas demasiado lleno para comer. Intenta beber la mayor parte de los líquidos entre las comidas, en lugar de hacerlo durante las mismas. Lo mejor es que te asegures de beber mucha agua. Pero si estás perdiendo peso, puedes beber líquidos con muchas calorías, como néctares de frutas, batidos o sopas de crema.
Presta atención a las proteínas.
Ayuda a reparar los tejidos del cuerpo y mantiene tu sistema inmunológico sano. Merienda mantequilla de cacahuete o de almendra con fruta. Añade frutos secos picados o molidos a productos horneados, ensaladas o helados. Otras opciones fáciles: queso y galletas, ensalada de huevo o un bol de cereales con leche.
Añade calorías a los alimentos saludables.
Tu cuerpo necesita grasa para mantener las reservas de energía y mover las vitaminas por la sangre. Cubre las ensaladas con aguacate o semillas, y añade aceite de oliva al arroz y a la pasta o moja tu pan en él. Los sustitutos líquidos de las comidas pueden ser otra buena opción.
Haz que la hora de la comida sea un acontecimiento.
Tiendes a comer más cuando te distraes. Come mientras ves la televisión o escuchas música. O invita a un amigo para que te haga compañía durante las comidas. El apoyo social también puede ayudarte a sentirte mejor.
Ponte en movimiento.
Cualquier actividad física, aunque sea un pequeño paseo alrededor de la manzana, puede abrir el apetito.
Mantener la mente abierta.
Los tratamientos contra el cáncer pueden cambiar tu sentido del olfato y del gusto durante un tiempo. Quizá tengas un sabor amargo y metálico con algunos alimentos. Para solucionarlo, prueba con cubiertos de plástico en lugar de metal. Elija verduras y frutas congeladas o frescas en lugar de enlatadas. Prueba alimentos que no hayas comido nunca, así no notarás si tienen un sabor "raro".
Pide ayuda a un experto.
Pregunta a tu médico si puedes acudir a un dietista titulado. Pueden elaborar un plan de alimentación, sugerirte vitaminas y suplementos, y ayudarte a lidiar con los efectos secundarios.