El dolor puede formar parte de tener cáncer, pero no tiene por qué soportarlo. Al igual que las citas con el médico y las pruebas, controlar el dolor es otra forma de tomar el control de su tratamiento.
El dolor puede afectar a todo, desde el sueño y el apetito hasta las tareas más sencillas de la rutina diaria. El dolor también puede afectar a tus emociones.
Hable de su dolor. Tus médicos querrán saberlo. Puede ser una señal de que tiene una infección, de que el cáncer se ha extendido o de que hay un problema con el tratamiento del cáncer.
Usted es el único que sabe cómo se siente el dolor del cáncer en su cuerpo. Querrás entenderlo, saber cómo comunicarlo y obtener el alivio que necesitas para vivir tu vida.
Causas
El dolor del cáncer tiene muchos orígenes. Parece sencillo, pero a menudo está causado por el propio cáncer.
Cuando el cáncer crece y daña los tejidos cercanos, puede causar dolor en esas zonas. Libera sustancias químicas que irritan la zona que rodea al tumor. A medida que los tumores crecen, pueden ejercer presión sobre los huesos, los nervios y los órganos que los rodean.
Las pruebas, los tratamientos y la cirugía relacionados con el cáncer pueden causar dolores y molestias. También puede sentir dolores que no tienen nada que ver con el cáncer, como dolores de cabeza normales y músculos tensos.
Tipos
Cada persona es diferente. La forma en que experimenta el dolor del cáncer depende del tipo que tenga, de su estadio y de si tiene una baja o alta tolerancia al dolor. La mayoría de las personas lo sentirán de una de estas tres maneras:
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Dolor agudo: Imagina que te han dado un puñetazo en el estómago. Duele mucho al principio y luego se calma rápidamente.
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Dolor crónico: Este tipo de dolor se mantiene durante mucho tiempo. Puede ser una pulsación baja o aguda y afectar a tu vida de muchas maneras. Aunque no desaparecerá del todo, puedes controlarlo con analgésicos.
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Dolor irruptivo: Si tratas el dolor crónico con medicación, es posible que sigas sintiendo un destello de dolor de vez en cuando. A esto se le llama "dolor irruptivo" porque rompe los efectos de la medicación. Suele ocurrir rápidamente, dura poco tiempo y puede sentirse muy fuerte.
Dígale a su médico
Es posible que tu médico no siempre te pregunte si sientes dolor. Depende de ti decir lo que te duele y pedir ayuda.
Si tienes razones religiosas o culturales para preocuparte por tomar medicamentos, compártelo. Deja de lado cualquier preocupación que puedas tener por parecer débil. De hecho, decir lo que sientes es un signo de fortaleza. Y te mereces sentirte lo mejor posible.
Antes de tu cita, lleva un registro de tu dolor para poder ser lo más detallado posible con tu médico. Utiliza estas preguntas como guía:
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Dónde sientes el dolor?
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Cómo se siente? Agudo o sordo? ¿Ardiente o punzante? ¿Disparos o constantes?
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En una escala del 1 al 10, siendo el 1 el más bajo, ¿qué tan fuerte es el dolor?
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¿Cuánto tiempo dura? ¿Unos minutos? ¿Tres horas? Todo el día?
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Qué hace que se sienta mejor? Cuando te acuestas? Poniendo calor sobre ella? Masajeando la zona?
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Cambia con el tratamiento?
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Cómo puede ayudar su médico
Ya has hecho tu parte. Ahora es el momento de que tu médico haga la suya. Extirpar el cáncer con cirugía, quimioterapia o radioterapia es la primera opción a explorar. Si no es posible, o si está esperando a que le hagan una intervención, los medicamentos recetados pueden controlar el dolor.
Los medicamentos para el dolor se dividen en tres categorías:
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De venta libre y con receta. Los tomarías para el dolor leve, la fiebre o la hinchazón. Las formas más comunes son el paracetamol, la aspirina, el ibuprofeno y el naproxeno.
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Opiáceos débiles. Un ejemplo, la codeína, puede encontrarse en el jarabe para la tos de venta con receta.
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Opiáceos fuertes. Como su nombre indica, son los más potentes. Algunos ejemplos son el fentanilo, la metadona, la morfina, la hidromorfona (Dilaudid) y la oxicodona (Oxycontin).
Puedes tomar muchos opioides por vía oral, en forma de píldora o líquido. Algunos pueden ponerse dentro de la mejilla o bajo la lengua.
Si no puedes tomar los medicamentos de esa manera, es posible que puedas tomarlos por vía intravenosa, mediante un supositorio o un parche cutáneo.
Cada vez que su médico le dé un nuevo medicamento, asegúrese de saber qué cantidad debe tomar, con qué frecuencia y cuánto tiempo tarda en hacer efecto. Para asegurarte de que aprovechas al máximo cada dosis, hazle a tu médico esas preguntas y algunas más:
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Cuáles son los efectos secundarios?
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Si el dolor no desaparece, ¿debo llamarlos antes de tomar más de mi dosis normal?
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Cuánto tiempo durará esta receta?
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Debo tomarlo con las comidas?
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Qué pasa si me olvido de tomarlo?
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Qué otros medicamentos puedo tomar con esto?
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Puedo volverme adicto a este medicamento?
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Puedo sufrir una sobredosis de este medicamento?
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Cómo debo conservar este medicamento?
Qué más funciona?
Si los medicamentos no ayudan lo suficiente, los médicos pueden probar un tratamiento para detener los mensajes de dolor.
Cuando los médicos inyectan medicamentos en el nervio o giro para aliviar el dolor, se llama bloqueo nervioso. La estimulación nerviosa eléctrica transcutánea (TENS) consiste en un pequeño aparato que utiliza una corriente ligera para contrarrestar el dolor. Puedes ponértelo o llevarlo contigo.
También hay muchos tratamientos no médicos. La relajación, la distracción y los masajes envían mensajes positivos a tu cuerpo. También puedes probar la acupuntura, la hipnosis o la biorretroalimentación, que utiliza una máquina que da información para ayudarte a controlar tu cuerpo. Si tu cuerpo está dispuesto a ello, prueba métodos como el yoga, el tai chi y el reiki. La meditación, la oración y la compañía de los seres queridos también pueden ayudarte a superarlo, momento a momento.