El TDAH desde el punto de vista de su hijo

Como padre, probablemente se esfuerce por comprender los sentimientos de su hijo y su forma única de experimentar el mundo. Aunque eso no siempre es fácil cuando su hijo o hija tiene TDAH, es muy importante. Una mirada al mundo a través de sus ojos puede ayudarte a encontrar más empatía con los retos a los que se enfrenta para que puedas apoyar mejor a tu hijo en el día a día.

Ya sabes cómo es el TDAH de tu hijo desde fuera. Esta guía le mostrará cómo se siente desde el interior.

Un día típico de escuela

Imagina que eres un niño que vive con TDAH y que te levantas para ir al colegio por la mañana. Hay muchas cosas que hacer. Tienes que lavarte los dientes, desayunar, ponerte la ropa del colegio y acordarte de meter los deberes en la mochila.

Mientras te cepillas los dientes, te olvidas de cuánto tiempo llevas haciéndolo. Tus padres te dicen que cantes el abecedario mientras te cepillas. Pero, al llegar a la letra C, tu mente divaga hacia una ensoñación mágica.

Ahora estás en la cocina y es hora de comer. Tu madre o tu padre te dicen que te sientes. Pero te resulta difícil sentarte en una silla. Prefieres moverte mientras comes. Tienes ganas de dar pasos hacia adelante y hacia atrás con cada bocado. Mientras bailas al ritmo de tu masticación, tu madre o tu padre te preguntan si has metido los deberes en el bolso. Los harás después de comer.

Más tarde, en el colegio, el profesor levanta la voz cuando se da cuenta de que has olvidado los deberes... otra vez. La mayoría de los días, parece que estás constantemente en problemas con el profesor. También parece que ninguno de tus amigos se olvida de los deberes. ¿Cómo es que los demás siempre se acuerdan de todo lo que necesitan?

Estas situaciones de olvido, distracción y reprimenda pueden repetirse varias veces a lo largo del día. El TDAH también puede afectar al día de tu hijo de otras maneras. Depende de si son desatentos, hiperactivos o ambos.

La hiperactividad desde el interior

Ese impulso de estar de pie y moverse mientras desayunas... eso es hiperactividad. Puede manifestarse en forma de constantes retorcimientos y cambios de posición en tu asiento. Las expectativas de los demás de que te quedes sentado pueden afectar a tu autoestima. Cuando los profesores o los padres te dicen repetidamente que te quedes quieto aunque te parezca imposible, es posible que empieces a sentirte mal contigo mismo. Puede que te preguntes por qué eres el único niño de la clase que no puede quedarse quieto.

Pero la hiperactividad no sólo se refiere al movimiento. También puede sentirse como:

  • Los adultos -como padres, profesores y cuidadores- siempre te dicen que hablas demasiado

  • No puedes resistir el impulso de interrumpir cuando alguien está hablando, especialmente si sabes la respuesta en clase

  • Es imposible esperar en la fila o esperar su turno

La falta de atención desde el interior

Cuando te pones a tararear el abecedario mientras te cepillas los dientes y luego te pierdes en una ensoñación, eso es falta de atención. Si te acuerdas de que tienes que poner los deberes en la mochila, pero luego te olvidas de hacerlos, eso también es falta de atención. Olvidar constantemente los deberes o no completar las tareas puede provocar una baja autoestima y tener un impacto emocional a largo plazo.

La falta de atención también puede sentirse como:

  • Es difícil o incluso imposible concentrarse en las cosas que se espera que hagas en la escuela y en casa

  • Los adultos -como padres, profesores y cuidadores- dicen que no les haces caso

  • Sueles olvidar o perder cosas, como la chaqueta o la fiambrera

  • Pierde fácilmente el interés por las tareas, los quehaceres e incluso el tiempo de juego

  • Se distrae con frecuencia en la escuela y en casa

  • Le cuesta seguir las instrucciones de los deberes o completar tareas de varios pasos

El TDAH y las emociones

No son las malas intenciones o los malos modales los que hacen que un niño con TDAH se comporte como lo hace. La hiperactividad y la falta de atención hacen que sea difícil controlar sus acciones, comportamientos e impulsos. Aunque usted se sienta frustrado por el comportamiento de su hijo, ellos tampoco se sienten bien.

Como padre o cuidador, probablemente hayas ayudado a tu hijo a superar la tristeza, el enfado o la frustración muchas veces. Pero en los niños con TDAH, estos sentimientos pueden parecer mayores o más pesados. La desregulación emocional suele acompañar al TDAH. En los niños que padecen este síntoma, sus reacciones negativas a las situaciones que las desencadenan pueden parecer reacciones exageradas para los demás, ya sea por el grado de alteración o por el tiempo que permanecen alterados.

Es posible que a tu hijo le cueste manejar estos grandes sentimientos o que le resulte difícil pensar antes de reaccionar. Esto puede hacer que digan algo que no quieren decir o de lo que se arrepienten más tarde. Es posible que sigan centrándose en un suceso molesto durante lo que a los demás les parece demasiado tiempo.

Esta aparente hipersensibilidad puede tener un poco más de sentido si se tiene en cuenta la parte del cerebro a la que afecta el TDAH. El TDAH puede interferir con la parte del cerebro que controla la función ejecutiva. Esto incluye la memoria de trabajo, la motivación y la planificación del futuro. La función ejecutiva no sólo te ayuda a seguir las instrucciones paso a paso para terminar una tarea, sino que también te ayuda a superar una situación emocional, que te induce a la ira o que te molesta.

No conviertas a un solo hijo en el centro de la familia

Cuando tu hijo parece más sensible o emocionalmente frágil que otros, es normal querer protegerlo a toda costa. Cuando puedes anticipar exactamente el tipo de errores que puede cometer tu hijo, es fácil querer evitarlos. Pero a veces los padres ofrecen demasiada ayuda o disculpan comportamientos inaceptables.

Cuando te centras tanto en tu hijo con TDAH, puede ser fácil olvidarte de cuidar de ti mismo: tu propia salud mental, tu salud física, tus responsabilidades profesionales y otras relaciones familiares. Te sentirás agotado y, desde el punto de vista del niño, tu protección puede no ser tan útil de todos modos. Puede parecer que limitas su libertad para crecer. Ahora que entiendes un poco más su punto de vista, dale el espacio necesario para cometer errores, aprender de ellos y hacerlo mejor la próxima vez.

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