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Mamá, me duele la barriga.
¿Qué sería de la infancia sin esta vaga frase? Puede que de adultos no utilicemos las mismas palabras afligidas, pero ¿quién no ha tenido un estómago nervioso, una barriga de mariposa o un caso de ansiedad que nos ha enviado al baño, con náuseas, sudando y a punto de vomitar?
Muchas cosas pueden dejarnos mareados o darnos dolor de estómago. Los virus y las bacterias son las principales causas físicas de las náuseas y los vómitos. Pero también lo son nuestras emociones, especialmente la ansiedad, el estrés y la excitación. Considera:
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La ansiedad social.
Todos hemos tenido esto en ciertas situaciones. Quizá sea asistir a una fiesta elegante en la que no conocemos a nadie, o salir el primer día de clase o de un nuevo trabajo.
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Ansiedad por el rendimiento.
Puede ser dar una charla importante en una reunión o preparar el partido más importante de la temporada.
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El estrés o el miedo.
Tal vez sean las preocupaciones por el pago de la hipoteca, un hijo que se muda al otro lado del país para ir a la universidad o un matón en la escuela.
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Sobreexcitación.
He aquí una buena razón para los disgustos de barriga. Piensa en una gran boda, quizá en el día de la graduación o en unas vacaciones muy esperadas.
Cómo afectan las emociones a nuestro cuerpo
Por qué nuestros sentimientos a veces nos hacen enfermar?
Nuestras vidas están llenas de emociones, desde la ira hasta la vergüenza, pasando por el miedo y el placer, afirma la doctora Tracy A. Dennis, profesora asociada del departamento de psicología del Hunter College, de la City University of New York.
Cada una de estas emociones provoca respuestas físicas complejas. Cuando estamos enfadados, por ejemplo, nuestro ritmo cardíaco aumenta, la adrenalina fluye, la presión arterial se dispara y vemos el rojo, dice Dennis.
Estos cambios fisiológicos y neuroendocrinos asociados a las emociones influyen en todos los aspectos de nuestro cuerpo, incluido el sistema digestivo, explica Dennis al médico. Estas respuestas físicas pueden comenzar y detenerse repentinamente y ser muy intensas.
Dennis dice que es la intensidad de las emociones la que puede hacer que nuestro cuerpo se ponga en marcha, produciendo un malestar gastrointestinal inmediato: dolores de estómago, náuseas, vómitos, diarrea. (A largo plazo, estas mismas respuestas neuroendocrinas pueden aumentar el riesgo de padecer hipertensión o enfermedades cardiovasculares).
Estrés, ansiedad, vómitos y dolor de estómago: Lo que puedes hacer
Si usted o su hijo sufren dolores de estómago o náuseas frecuentes, acuda primero a un médico para descartar cualquier causa física. Las causas físicas -bacterias, un virus, reflujo ácido, intolerancia a la lactosa, estreñimiento- suelen estar detrás de los dolores de estómago y los vómitos de los niños más pequeños.
Es más allá de la edad infantil cuando suelen aparecer las molestias abdominales provocadas por el estrés, dice el doctor Chris Tolcher, FAAP, pediatra y profesor clínico adjunto de pediatría en la Facultad de Medicina de la Universidad del Sur de California.
Una vez que haya descartado las causas físicas, observe atentamente cómo reaccionan usted o su hijo ante las situaciones de estrés.
Todos sabemos que nuestra mente influye en nuestro cuerpo, y viceversa. La ciencia de las emociones y el estrés está empezando a ponerse al día con nuestra comprensión intuitiva de esto, dice Dennis.
La terapia puede ayudar a niños y adultos. Pero, a menudo, no hace falta un terapeuta. Aprender a regular las emociones de forma más eficaz también ayuda.
La clave puede ser aprender a buscar el lado bueno de cada situación emocionalmente difícil antes de tener una reacción emocional, dice Dennis.
Por ejemplo, tal vez una entrevista de trabajo o un examen escolar que se avecina le haga a usted o a su hijo temer ansiosamente el fracaso. Este miedo conduce a una cascada de emociones negativas, estrés y malestar físico. En su lugar, intente ver la situación desde una perspectiva más positiva: Una oportunidad para compartir tu experiencia o entusiasmo, o para aprender.
Como todo, esto requiere práctica, dice Dennis.
Para ayudar a tu cuerpo a influir -y calmar- a tu mente, estos consejos de afrontamiento pueden ser de gran ayuda.
Cómo controlar el estrés, la ansiedad y la sobreexcitación
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Respira profundamente. Cierra los ojos y respira profundamente, luego otra vez. Deja salir cada respiración lentamente. Repite según sea necesario.
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Ejercicio ligero. Caminar y estirarse puede calmar un cuerpo estresado o una mente sobreexcitada.
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Medita. Concéntrate en tu respiración y en lo que ocurre a tu alrededor en este momento.
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Tómate un tiempo de descanso. Distráete con algo que te guste, como la televisión, la jardinería, jugar con las mascotas o una visita a los amigos.
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Visualiza. Imagínese a sí mismo enfrentándose y venciendo los miedos. Por ejemplo, visualícese triunfando en esa reunión.
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Busca apoyo. Llame a un amigo o familiar comprensivo y hable.
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Haz un plan. El mero hecho de pensar en cómo vas a manejar un problema puede ayudarte a empezar a sentir que tienes el control.
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Come y bebe bien. El alcohol puede empeorar el estrés y la ansiedad. Comer en exceso puede acumular culpa y náuseas en una situación ya de por sí sobrecargada.
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Descansa. Ya sea que el estrés, la ansiedad o la excitación lleven a tu cuerpo a una montaña rusa, el hecho inmutable es que necesitas descansar y recargarte. Así que sueña despierto. Duerme la siesta. Y duerme siempre bien por la noche.
A veces necesitas un poco más de ayuda para controlar el dolor de estómago, las náuseas u otros síntomas físicos del estrés, la ansiedad y la excitación. Aquí tienes unos cuantos consejos de expertos que pueden ayudarte.
Cuidados caseros para los vómitos, los dolores de estómago y las náuseas
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Mantente hidratado. Si el estrés o la sobreexcitación te han provocado el vómito a ti o a los niños, es importante que te mantengas hidratada, pero espera de 30 a 60 minutos después del vómito antes de ponerte algo en el estómago, dice el doctor Scott Cohen, FAAP, médico adjunto del Centro Médico Cedars Sinaí y pediatra. A continuación, tómalo muy despacio, bebiendo a sorbos una cucharadita de líquido cada vez. Evita los alimentos sólidos hasta que hayan pasado seis horas desde la última vez que vomitaste.
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Alimentos y bebidas. Muchos juran que el té de menta o el jengibre alivian el estómago nervioso o las náuseas. Sin embargo, el jengibre puede ser difícil de vender a los niños, y el remedio más popular, el ginger-ale, no suele estar hecho con jengibre de verdad, sino que es un caramelo líquido, y no lo recomendamos, dice Tolcher al médico. Lo más probable es que ya sepas lo que te ayuda a calmar el dolor de estómago a ti o a tus hijos. Puede ser una sopa, un refresco, unas galletas, una tostada o cualquier otro alimento reconfortante.
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Medicamentos: Algunos ayudan. Otros no. Muchos medicamentos de venta libre pueden ayudarte a lidiar con los vómitos o con uno o varios de los efectos secundarios de un estómago nervioso, como las náuseas, la diarrea o la acidez, como Alka-Seltzer, Emetrol, Mylanta, Pepto-Bismal, Similac o Tums. Para saber qué medicamento es el más adecuado para su síntoma, hable con su médico. Si intentas calmar un dolor de estómago tomando medicamentos con ibuprofeno (Advil, Motrin), no lo hagas. El ibuprofeno generalmente no ayuda, y a veces puede empeorar el dolor de estómago.
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Evita los olores fuertes. Si tienes náuseas o sientes que vas a vomitar, aléjate de los olores fuertes como el de la cocina, el humo y los perfumes, ya que pueden ayudar a inclinarte de forma casi definitiva.
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Cambios en el estilo de vida. El estreñimiento también puede ser un síntoma de estrés en los niños o en los adultos, y para ello utilizamos cosas como cambios en la dieta, suplementos de fibra o laxantes, dice Tolcher. Si el problema es la diarrea, los suplementos de fibra y los probióticos (como los que se encuentran en el yogur, o en algunos suplementos) podrían ayudar a aliviar el dolor intestinal provocado por el estrés.
Estas son sólo algunas formas de recuperar el equilibrio del cuerpo y la mente. Si la ansiedad y el estrés se vuelven abrumadores y tienes que lidiar con el dolor físico de esa presión a diario, asegúrate de buscar ayuda.