Las pruebas rutinarias ayudan a mantener un estrecho control sobre usted y su bebé. Por eso es tan importante acudir a todas las citas prenatales. Las pruebas de cribado pueden detectar posibles problemas a tiempo.
Estas pruebas suelen incluir:
Historial y examen físico. Durante su primera o segunda visita prenatal, responderá a muchas preguntas sobre su salud y sus antecedentes familiares. Esta información ayuda al médico a saber si tiene algún riesgo específico que deba abordar, como un trastorno genético heredado. También se le hará un examen físico. El médico calculará su fecha de parto basándose en la fecha de su última menstruación.
Las pruebas prenatales durante el primer trimestre comienzan con un examen pélvico y una prueba de Papanicolaou para comprobar la salud de las células del cuello uterino. Esta prueba permite detectar el cáncer de cuello uterino y ciertas enfermedades de transmisión sexual (ETS).
Análisis de sangre. Durante una de tus primeras visitas, tu médico o matrona identificará tu grupo sanguíneo y el factor Rh (rhesus), te hará un análisis de anemia, comprobará la inmunidad a la rubeola (sarampión alemán) y te hará pruebas de hepatitis B, sífilis y VIH y otras ETS.
Dependiendo de los antecedentes raciales, étnicos o familiares, es posible que se le ofrezcan pruebas y asesoramiento genético para evaluar los riesgos de enfermedades como Tay-Sachs, fibrosis quística y anemia falciforme (si no se hicieron en una visita previa a la concepción). Las pruebas de algunas de estas enfermedades también pueden realizarse con la saliva.
Es posible que te hagan pruebas de exposición a enfermedades como la toxoplasmosis y la varicela (el virus que la provoca). Es posible que tu médico también quiera comprobar tus niveles de hCG, una hormona segregada por la placenta, y de progesterona, una hormona que ayuda a mantener el embarazo.
Pruebas de orina. También te pedirán desde el principio una muestra de orina para que el médico o la matrona puedan buscar signos de infección renal y, si es necesario, puedan confirmar tu embarazo midiendo el nivel de hCG. (Se recogerán muestras de orina con regularidad para detectar glucosa (un signo de diabetes) y proteínas, que podrían indicar la existencia de preeclampsia, una enfermedad inducida por el embarazo que se caracteriza por una presión arterial alta.
En la última parte del primer trimestre se le ofrecerán pruebas genéticas. Algunas personas consideran que estas pruebas pueden causarles un estrés excesivo y prefieren asegurarse de que el bebé es genéticamente normal después del parto. Otras quieren todas las pruebas posibles, conscientes de que estas pruebas a veces no son 100% precisas. Hable con su médico o con un asesor genético sobre los pros y los contras antes de decidirse. Hay diferentes opciones de pruebas genéticas que implican análisis de sangre solos o con una ecografía que no suponen ningún riesgo para el feto. Si estas pruebas no invasivas son anormales, es posible que te hagan más pruebas.
Una prueba genética del primer semestre combina un análisis de sangre con una ecografía para detectar el síndrome de Down. Puede estar disponible entre las 11 y las 14 semanas de embarazo. Los resultados de un análisis de sangre que mide la hCG y la PAPP-A (proteína plasmática A asociada al embarazo) en la sangre materna se utilizan con una medición ecográfica de la piel de la nuca del feto (llamada translucencia nucal). Este procedimiento puede detectar muchos casos de síndrome de Down y otras afecciones genéticas. Sin embargo, como ocurre con todos los métodos de cribado, si los resultados son positivos se recurre a una técnica de diagnóstico más invasiva, como la CVS.
Prueba prenatal no invasiva (NIPT). Esta prueba de ADN fetal libre de células puede realizarse a partir de las 10 semanas de embarazo. La prueba utiliza una muestra de sangre para medir la cantidad relativa de ADN fetal libre en la sangre de la madre. Se cree que la prueba puede detectar el 99% de los embarazos con síndrome de Down. También permite detectar otras anomalías cromosómicas.
Muestra de vellosidades coriónicas (CVS). Si tiene 35 años o más, tiene antecedentes familiares de determinadas enfermedades o ha obtenido un resultado positivo en las pruebas genéticas no invasivas, se le ofrecerá esta prueba invasiva, normalmente entre las 10 y las 12 semanas de embarazo. La CVS puede detectar muchos defectos genéticos, como el síndrome de Down, la anemia falciforme, la fibrosis quística, la hemofilia y la distrofia muscular. El procedimiento consiste en introducir un diminuto catéter a través del cuello uterino o introducir una aguja en el abdomen para obtener una muestra de tejido de la placenta. El procedimiento conlleva un riesgo del 1% de provocar un aborto y tiene una precisión del 98% para descartar ciertas anomalías congénitas cromosómicas. Pero, a diferencia de la amniocentesis, no ayuda a detectar trastornos del tubo neural, como la espina bífida y la anencefalia, ni defectos de la pared abdominal.
Asegúrate de comentar todas las opciones de pruebas con tu médico para que juntos podáis decidir las que más te convienen.
Si estás esperando gemelos, se trata de un embarazo de alto riesgo. Por eso, tu médico querrá vigilarte de cerca a ti y a tus bebés. Se le harán todas las pruebas rutinarias, pero es de esperar que algunas de ellas se realicen antes y con más frecuencia.
Su médico puede sugerirle que acuda a un perinatólogo, también llamado especialista en medicina materno-fetal. Estos médicos son obstetras especializados en embarazos de alto riesgo. Pueden colaborar con su obstetra habitual en el control de su embarazo y en la realización de pruebas.