Siempre he pensado que podría padecer diabetes de tipo 2.
Suponía que ocurriría después de quedarme embarazada. Mi madre tuvo diabetes gestacional que se convirtió en tipo 2 después de su embarazo, y lo mismo ocurrió con mi abuela. Cuando empezaron mis síntomas a los 26 años -mareos, visión borrosa, levantarme para ir al baño cada hora por la noche- pensé que estaba trabajando demasiado. Era gerente de redes sociales para una organización sin ánimo de lucro y trabajaba entre 50 y 60 horas a la semana.
Viví con los síntomas durante unos 4 meses. Finalmente, llegué al punto de sentirme realmente mal y cansada. Eso me obligó a ir al médico para averiguar de qué se trataba.
Mi médico me hizo un examen físico, comprobó mi presión arterial y mi peso, y me hizo una prueba A1c de azúcar en sangre. Mi A1c era del 12%, muy superior a lo normal. Mi médico me dijo: "Si sigues por este camino, te vas a hacer mucho daño. Tienes que ponerte en forma y cambiar tu vida".
Yo ya era bastante consciente de mi salud, aparte de trabajar demasiado. Mis primeros tres meses de tratamiento se centraron únicamente en la dieta y el ejercicio. Mi médico quería que llevara un registro de alimentos para poder ver qué cambios tenía que hacer en mi dieta. También me indicó que hiciera más ejercicio. Cuando volví 3 meses después, mi A1c había bajado del 12% al 10%.
Pensé que era un cambio bastante bueno en 3 meses, pero mi médico no estaba satisfecho. Añadió un medicamento para la diabetes y una combinación de insulina de acción prolongada y corta. La otra cosa que me hizo hacer fue pincharme el dedo de seis a ocho veces al día para comprobar mi nivel de azúcar en sangre. Eso me resultaba difícil, ya que tenía que detener mi vida varias veces al día para hacer la prueba. Al final descubrí un dispositivo de control continuo de la glucosa con un sensor que llevo en la parte posterior del brazo durante 14 días. Ahora sólo tengo que escanear el dispositivo para obtener lecturas de glucosa precisas y en tiempo real, sin el dolor de los pinchazos en los dedos.
He cambiado lo que como para adaptarme a mi nivel de azúcar en sangre. Ahora utilizo una insulina de acción prolongada, lo que evita los picos de azúcar en las comidas. También hago más ejercicio. Corro, voy a una clase de boxeo dos veces por semana y practico yoga. En mi última revisión, mi A1c era del 6,1%, en el rango saludable.
Empecé mi blog, Hangry Woman, en 2016 para dar a la gente una idea de cómo es la vida con diabetes tipo 2. Se puede llevar una vida bastante sana y feliz. Hay que esforzarse bastante, pero es posible y alcanzable.
Los consejos de Mila
1. Da pequeños pasos
A veces, cuando intentas pensar en el panorama general, puede asustarte. Tómate un día a la vez para no agobiarte.
2. Encuentra una comunidad
Muchas personas son diagnosticadas de forma aislada. No tienen a nadie a quien acudir para hablar de sus frustraciones. Busca un grupo de apoyo a la diabetes. El mero hecho de escuchar a otras personas hablar puede ser útil.
3. Haz cambios graduales
Cuando te den el diagnóstico, no tienes que cambiar todas las cosas de tu vida. Haz pequeños cambios y verás como realmente tienes éxito.
4. Concéntrese en lo bueno
Tendrás días buenos y días malos. Céntrate en los buenos. Es importante que la gente sepa que hay aspectos positivos en tener esta condición.