Recuperarse del abuso del alcohol significa formar nuevos hábitos para toda la vida, incluidos los relacionados con la nutrición. Los nutrientes adecuados son clave para su salud general. Las vitaminas y los minerales pueden:
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Fortalecer los dientes y los huesos
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Promover la salud del cabello y la piel
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Apoyar la función del cerebro y del sistema nervioso
Reforzar su sistema inmunitario
Una buena nutrición también ayuda a tu cerebro a reelaborar viejas conexiones y a crear otras nuevas. Eso se llama neuroplasticidad. El consumo de alcohol y drogas interrumpe estas conexiones. Esto puede dificultar que te mantengas alejado del alcohol mientras intentas mejorar.
Cómo afecta el abuso del alcohol a la nutrición
El trastorno por consumo de alcohol afecta a tu salud de diferentes maneras.
No sientes hambre. El alcohol disminuye tu apetito. Puedes incluso olvidarte de comer y estar desnutrido.
Eliges alimentos menos nutritivos. Cuando bebe demasiado, es más probable que coma alimentos con alto contenido de azúcar, sal y grasas saturadas.
Tu nivel de azúcar en sangre desciende. El alcohol y la mala alimentación pueden impedir que el hígado libere glucosa en la sangre. Esto puede provocar una bajada de azúcar, también conocida como hipoglucemia.
Daños en los órganos. El consumo excesivo de alcohol dificulta el funcionamiento de los órganos, especialmente el revestimiento del estómago, el páncreas, los intestinos y el hígado. La pérdida de apetito es uno de los signos de enfermedades hepáticas como la cirrosis y la hepatitis alcohólica.
Problemas digestivos. Un exceso de alcohol puede provocar la inflamación del revestimiento del estómago y del páncreas. Esto puede provocar úlceras en el estómago y el esófago. También afecta a la capacidad del organismo para absorber las vitaminas del grupo B y el ácido fólico. También puede desencadenar el síndrome del intestino irritable, el reflujo ácido y otras enfermedades gastrointestinales.
Los mejores alimentos y suplementos para la recuperación
Los daños en el hígado y el páncreas causados por el consumo excesivo de alcohol pueden provocar desequilibrios en el organismo. He aquí un vistazo a lo que suele faltar y cómo puedes sustituirlo:
Vitamina B9 (folato o ácido fólico). La falta de vitamina B9 puede provocar anemia y hacer que te sientas débil, cansado y de mal humor. También puedes tener dolores de cabeza y dificultad para concentrarte. El ácido fólico se encuentra en alimentos como el pan enriquecido, la harina, la harina de maíz, la pasta, el arroz y los cereales de desayuno. Las verduras, las frutas, los zumos de frutas, los frutos secos, las judías y los guisantes tienen folato de forma natural.
Vitamina B6. La falta de esta vitamina puede provocar anemia, depresión, confusión y un sistema inmunitario débil. Las aves de corral, el pescado, las frutas no cítricas y las verduras con almidón, como las patatas, son buenas fuentes.
Vitamina B1 (tiamina o tiamina). Su escasez puede llegar a causar graves problemas de aprendizaje y memoria, una afección denominada síndrome de Wernicke-Korsakoffs. Consume alubias, guisantes, lentejas, carne de cerdo, arroz integral y alimentos enriquecidos como los cereales del desayuno.
Estos nutrientes también están disponibles en forma de suplementos. Habla con tu médico antes de tomarlos.
Alimentos para tu cerebro
Ciertos alimentos pueden ayudar a reconstruir la capacidad de tu cerebro para crecer y evolucionar durante la recuperación. Estos incluyen:
Carbohidratos. Tu cerebro necesita carbohidratos para producir el mensajero químico serotonina. Esto es lo que equilibra tu estado de ánimo, te ayuda a dormir mejor y calma las ganas de beber. Los expertos sugieren una dieta con muchos carbohidratos complejos, como cereales integrales, verduras, guisantes y judías.
Aminoácidos. El cerebro necesita aminoácidos para producir dopamina. Sin ella, puedes tener fuertes antojos, cambios de humor y un comportamiento hostil. Los aminoácidos se obtienen de las proteínas presentes en alimentos como la carne, los productos lácteos y los frutos secos, además de algunos cereales y legumbres.
Grasa dietética. Alivia la inflamación y protege la fina capa que rodea las células del cerebro, llamada membrana celular. Esto da un impulso a la neuroplasticidad. Los aceites de canola, oliva, cártamo, sésamo y girasol son buenas fuentes de grasas saludables.
Ácidos grasos. Los ácidos grasos omega-3 que se encuentran en los mariscos y pescados grasos como el salmón también alivian la inflamación, mientras que los ácidos grasos omega-6 ayudan a la actividad de los neurotransmisores. Puedes encontrarlos en el aceite de maíz, de cártamo y de girasol.
Alimentos que hay que evitar
Azúcar. Es posible que tengas muchas ganas de comer dulces porque activan la dopamina, el mismo mensajero químico que desencadenan algunas drogas.
Alimentos ultraprocesados. Es probable que estén cocinados con grasas poco saludables, como las saturadas y las trans, y que sean poco nutritivos.
Cómo pueden ayudar los médicos y nutricionistas
No estás solo en el viaje hacia la recuperación. Es probable que sus médicos y nutricionistas trabajen juntos para ayudarle a mejorar. Su médico mirará o le preguntará sobre:
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Su historial de salud
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Falta de nutrientes debido a daños en los órganos o a una mala alimentación
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Cambios de peso
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Posibles trastornos de la alimentación
Un nutricionista puede ayudarle a recuperar su alimentación mediante la elaboración de un plan de comidas sólo para usted. También aprenderá a:
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Comer según un horario
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Elegir alimentos ricos en nutrientes evitando los que tienen demasiada grasa, sal, azúcar y cafeína
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Tomar suplementos de vitaminas y minerales si es necesario
Otros hábitos saludables
Los consejos a tener en cuenta durante la recuperación y después son:
Comer tres veces al día. Al principio de la recuperación, su cuerpo necesitará reajustarse a la sensación de hambre. Al principio, puede pensar que las punzadas de hambre son un deseo de beber alcohol. Por eso es importante hacer tres comidas al día y tomar un tentempié mientras su cuerpo se recupera. Si no siente hambre, piense en tomar suplementos nutricionales.
Ten cuidado con los antojos de comida. Los cambios en la química del cerebro que pueden provocar antojos de alcohol también pueden hacer que anhele la comida. Para combatir los antojos de comida:
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Adoptar una rutina de alimentación.
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Come cuando tengas hambre pero no estés famélico.
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Come sólo hasta que estés satisfecho.
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Lleva un diario de comidas.
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Evite comer por motivos emocionales.
Beba mucha agua. Muchas veces, las personas en recuperación no toman suficiente agua. Intenta beber unos ocho vasos al día.