Además de los episodios de llanto intenso y miedo durante el sueño, con dificultad para despertar al niño, los síntomas de los terrores nocturnos también pueden incluir:
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Taquicardia (aumento de la frecuencia cardíaca)
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Taquipnea (aumento de la frecuencia respiratoria)
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Sudoración o enrojecimiento
A diferencia de las pesadillas, la mayoría de los niños no recuerdan un sueño después de un episodio de terror nocturno, y normalmente no recuerdan el episodio a la mañana siguiente.
El típico episodio de terror nocturno suele comenzar aproximadamente 90 minutos después de haberse dormido. El niño se sienta en la cama y grita, pareciendo despierto, pero está confundido, desorientado y no responde a los estímulos. Aunque el niño parece estar despierto, no parece ser consciente de la presencia de los padres y normalmente no habla. El niño puede revolverse en la cama y no responde a los estímulos de los padres.
La mayoría de los episodios duran uno o dos minutos, pero pueden durar hasta 30 minutos antes de que el niño se relaje y vuelva a dormir normalmente.
Si el niño se despierta durante un episodio de terror nocturno, es posible que sólo recuerde pequeñas partes del mismo. Por lo general, el niño no recuerda el episodio al despertarse por la mañana.