¿Qué es un quiste del plexo coroideo?

Un quiste del plexo coroideo es una acumulación de líquido que se encuentra en la sección coroidea del cerebro de un bebé no nacido. Se calcula que los quistes del plexo coroideo se producen en un 2% de los embarazos, normalmente durante el segundo trimestre. El plexo coroideo consiste en una red de células y vasos sanguíneos que se encuentran en varios espacios llenos de líquido en el cerebro, llamados ventrículos. Una fina capa de células cubre cada uno de esos vasos. Estas células son las encargadas de fabricar el líquido cefalorraquídeo.

Qué ocurre con los quistes del plexo coroideo?

Los quistes del plexo coroideo suelen detectarse durante una ecografía. Se producen cuando una pequeña burbuja de líquido se desprende al formarse el plexo coroideo. Los quistes no se consideran anormales. La mayoría de los quistes del plexo coroideo desaparecen sin requerir ninguna otra intervención médica.

El sexo de su bebé no cambia la probabilidad de que se desarrolle un quiste del plexo coroideo. Puede haber cierta preocupación si el quiste parece ser inusualmente grande o se encuentra cerca de la parte delantera del cuerpo del bebé. Su médico puede recomendarle que se haga una ecografía más detallada para determinar si hay algún riesgo asociado al quiste del plexo coroideo.

Cuáles son los riesgos de un quiste del plexo coroideo?

Cuando un médico descubre un quiste del plexo coroideo, su preocupación más inmediata es la posibilidad de que el bebé tenga la trisomía 18, una condición genética. Los bebés con trisomía 18 tienen una copia extra del cromosoma número 18. La mayoría de las veces, un bebé con trisomía 18 nace muerto. Los que sobreviven al nacimiento rara vez viven más allá de la infancia.

Los bebés que nacen con trisomía 18 suelen tener discapacidades intelectuales graves y problemas en órganos como el corazón, los riñones y el cerebro. Un tercio de los bebés nacidos con trisomía 18 tienen un quiste del plexo coroideo detectable. Por eso los médicos prefieren examinar los quistes más de cerca. Una exploración adicional ofrece a los médicos una mejor visión de los quistes y les ayuda a detectar otras anomalías.

Hay que tener en cuenta que la trisomía 18 es poco frecuente, ya que se da en 1 de cada 3.000 recién nacidos. La mayoría de los bebés no nacidos que tienen un quiste del plexo coroideo no acaban teniendo la trisomía 18. En los casos en los que el bebé tiene trisomía 18, a menudo se detectan otros problemas junto con el quiste del plexo coroideo. Si estas anomalías no se descubren en una segunda ecografía, es poco probable que el bebé tenga trisomía 18.

¿Cómo se trata un quiste del plexo coroideo?

No hay forma de tratar un quiste del plexo coroideo. Si le preocupa la posibilidad de que su bebé por nacer tenga trisomía 18, puede pedirle a su médico que le haga una prueba llamada amniocentesis. Es un procedimiento en el que se extrae líquido amniótico del útero con una aguja. Tu médico hará pruebas con el líquido para buscar signos de problemas genéticos que puedan afectar a la salud de tu bebé.

Los posibles riesgos que conlleva la amniocentesis para detectar la trisomía 18 son:

  • Fuga de líquido amniótico a través de la vagina

  • Aborto espontáneo, aunque el riesgo es muy bajo

  • Lesión del bebé al introducir la aguja, si mueve los brazos o las piernas durante el procedimiento

  • Las células sanguíneas del bebé entran en el torrente sanguíneo de la madre

  • Infección uterina

  • Transmisión de una infección de la madre al bebé?

Las futuras madres deben tener en cuenta estas cuestiones a la hora de decidir si se someten a la amniocentesis. Aunque el quiste desaparezca, sigue existiendo la posibilidad de que el bebé tenga la trisomía 18. Los quistes del plexo coroideo casi siempre se resuelven en los bebés, aunque exista la anomalía cromosómica.

Una prueba de alfa fetoproteína (AFP), que analiza los niveles de la proteína presentes en la sangre de la madre, también puede descartar la posibilidad de que el bebé tenga la trisomía 18. La cantidad de AFP encontrada también puede ayudar a los médicos a reconocer posibles problemas como:?

  • Síndrome de Down

  • Errores de cálculo en la fecha de parto de las madres embarazadas

  • Posibilidad de gemelos

  • Defectos de nacimiento de la pared abdominal en el bebé

  • Anomalías cromosómicas

  • Defectos abiertos del tubo neural como la espina bífida y la anencefalia?

La prueba de la AFP suele realizarse en cualquier momento entre la semana 15 y la 20 del embarazo. Normalmente se tarda entre una y dos semanas en recibir los resultados. A diferencia de la amniocentesis, no hay riesgos adicionales que conlleve la realización de la prueba. Los médicos suelen recomendar la prueba de AFP si creen que hay una mayor probabilidad de que el bebé por nacer tenga un trastorno congénito.

Si la combinación de una ecografía de nivel II y la prueba de AFP no alivia tus preocupaciones, la amniocentesis puede ayudar a aclarar el estado de salud de tu bebé antes de su nacimiento.

Los estudios realizados en niños con un quiste del plexo coroideo detectable que se resolvió no mostraron ningún problema cognitivo continuo. Tendían a mostrar comportamientos, habilidades motoras y funciones cognitivas de niños sin discapacidades.

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