Estas pruebas son habituales en el tercer trimestre del embarazo:
Análisis de sangre y orina: El médico seguirá comprobando la presencia de proteínas y azúcar en la orina y cualquier signo de infección, vigilando de cerca los signos de preeclampsia, una complicación que es más frecuente en las últimas semanas del embarazo. Es posible que vuelva a hacerse análisis de sangre para detectar la anemia.
Otras mediciones: También se sigue midiendo el peso, la tensión arterial y la altura del fondo uterino. Los latidos de tu bebé son fuertes y claros.
Exámenes pélvicos: En las últimas semanas de embarazo, tu médico volverá a realizar exámenes pélvicos. Esto es para ver si el cuello del útero ha iniciado el proceso de maduración para el parto. La maduración es el ablandamiento, el adelgazamiento y la apertura (dilatación) del cuello uterino.
Estos cambios pueden producirse lenta o rápidamente durante las semanas, días u horas previas al parto. Así, no es raro que se dilate unos centímetros unas semanas antes de la fecha del parto y que luego deje de dilatarse. Este proceso es algo imprevisible.
Cribado de estreptococos del grupo B: Se toman hisopos vaginales y rectales entre las semanas 35 y 37 de embarazo para detectar las bacterias del estreptococo del grupo B. Aunque el estreptococo del grupo B puede estar presente hasta en un 30% de las mujeres sanas, es la principal causa de infecciones potencialmente mortales en los recién nacidos y también puede provocar discapacidad intelectual, problemas de visión y pérdida de audición. Las mujeres que dan positivo son tratadas con antibióticos durante el parto para proteger al bebé de contraer la infección al nacer. Como alternativa, el médico o la comadrona pueden optar por no hacer la prueba del estreptococo y tratarla durante el parto si se dan ciertos factores de riesgo.
Monitorización electrónica del corazón del feto: La monitorización electrónica del corazón del feto se realiza durante el embarazo, el parto y el alumbramiento para controlar la frecuencia cardíaca del feto. La frecuencia cardíaca fetal puede indicar si el feto está bien o tiene problemas y puede realizarse en cualquier momento después de las 20 semanas.
Prueba de no estrés: Se realiza semanalmente en muchos embarazos de alto riesgo, como en los casos en que la mujer lleva más de un feto, o tiene diabetes o hipertensión, y consiste en utilizar un monitor fetal atado al abdomen de la madre para medir la frecuencia cardíaca del bebé mientras se mueve. También se utiliza para vigilar a los bebés que están atrasados.
Prueba de esfuerzo de contracción: El monitor fetal, que también se realiza en embarazos de alto riesgo, mide la frecuencia cardíaca del bebé en respuesta a las contracciones estimuladas por la oxitocina (Pitocin) o la estimulación del pezón. Los médicos utilizan las mediciones para predecir cómo afrontará el bebé el estrés del parto.
Ecografía: La mayoría de las mujeres embarazadas se someten a una o quizás dos ecografías. Si vas a tener gemelos, te harán esta prueba con más frecuencia, quizá hasta el momento del parto, para comprobar la posición y el crecimiento de los bebés. Cuando es necesario, los médicos pueden combinar las pruebas no estresantes con la ecografía. Esto permite al médico comprobar los movimientos respiratorios, los movimientos corporales y el tono muscular de los bebés, así como la cantidad de líquido amniótico.
Perfil biofísico: Puede hacerse sólo con una ecografía o con una combinación de una prueba sin estrés y una ecografía.