Medicamentos para el dolor: La adicción y el miedo a volverse adicto

De los archivos del médico

Muchas personas que toman medicamentos para controlar el dolor crónico temen convertirse en adictos a esos fármacos.

Algunas personas se vuelven adictas, y los resultados pueden ser devastadores. Pero hay formas de limitar el riesgo.

Candy Pitcher, de Cary (Carolina del Norte), conoce bien el miedo a la adicción. Un día de verano de 2003, un cortador de árboles que trabajaba en la casa de Pitcher empezó a caerse de su escalera. "Si cae al suelo, se romperá la espalda. Tengo que atraparlo", pensó.

Pitcher frenó la caída del hombre, que le aplastó una vértebra en la parte superior de la espalda. Desde entonces, tiene un dolor crónico. Para controlarlo, le han recetado una droga muy temida y a menudo mal entendida: la morfina.

Nunca he estado "colocada" por la morfina", dice, ni ha tenido nunca la tentación de tomar más de la cantidad prescrita. Pero dice que no se atreve a caer en la adicción.

No es la única que tiene ese temor. "Adicción" es una palabra muy utilizada. Pero mucha gente no la utiliza con precisión.

Qué es la adicción... y qué no es

La adicción es mucho más que un antojo. También significa que hay consecuencias preocupantes que a menudo pueden perturbar la vida personal o el trabajo de alguien.

"La adicción significa que el individuo ha perdido el control sobre el uso de la droga. La consume de forma compulsiva, el consumo de la droga tiene consecuencias y, sin embargo, sigue consumiéndola", afirma el doctor Gary Reisfield. Es especialista en dolor crónico y adicción en la Universidad de Florida.

La tolerancia y la dependencia no son lo mismo que la adicción.

La tolerancia es común en las personas que usan opioides (como hidrocodona, oxicodona y morfina) para el dolor crónico. Significa que el cuerpo se ha acostumbrado al fármaco y que éste tiene menos efecto con una dosis determinada, dice Reisfield.

Dependencia significa que hay síntomas de abstinencia desagradables si una persona deja de tomar el fármaco de forma abrupta.

Las personas que no son adictas pueden desarrollar tolerancia o dependencia a la droga. Y ambas pueden estar ausentes en las personas que son adictas a ciertas drogas.

Potencial de adicción

Los analgésicos opiáceos son algunos de los fármacos recetados de los que más se abusa. Sin embargo, el riesgo de que las personas bien examinadas se vuelvan adictas a los fármacos opioides cuando los toman para el dolor crónico es en realidad bajo, afirma Reisfield.

Un estudio de 2008 que recopiló investigaciones anteriores descubrió que alrededor del 3% de las personas con dolor crónico no relacionado con el cáncer que usaban fármacos opiáceos abusaban de ellos o se hacían adictos. El riesgo era inferior al 1% en las personas que nunca habían abusado de los fármacos o habían sido adictas.

Otros fármacos comunes con potencial de adicción son las benzodiacepinas, especialmente cuando se prescriben junto con los opioides, explica Reisfield al médico. Algunas benzodiacepinas son Ativan, Klonopin, Valium y Xanax.

Riesgo de dolor incontrolado

Algunas personas no quieren usar medicamentos para el dolor porque temen volverse adictas. Eso puede provocar otra serie de problemas derivados de un dolor mal controlado.

"Si el dolor se trata inadecuadamente, vemos un nivel funcional pobre, una calidad de vida disminuida, a menudo vemos trastornos del estado de ánimo como la depresión, y vemos un mayor riesgo de suicidio", dice Reisfield.

Estos seis pasos pueden ayudar a garantizar el uso adecuado de los fármacos analgésicos:

1. Sopese sus factores de riesgo

Antes de recetar medicamentos opioides para el dolor crónico, Reisfield habla con los pacientes sobre los aspectos que podrían hacerlos más propensos a la adicción. Estos incluyen:

  • Un historial de adicción a medicamentos recetados o drogas ilícitas.

  • Adicción al alcohol o al tabaco.

  • Antecedentes familiares de adicción.

  • Antecedentes de trastornos del estado de ánimo (como la depresión o el trastorno bipolar), trastornos de ansiedad (incluido el TEPT), trastornos del pensamiento (como la esquizofrenia) y trastornos de la personalidad (como el trastorno límite de la personalidad).

2. Mira otras opciones

Las personas con un mayor riesgo de adicción pueden querer probar primero otras estrategias de control del dolor, dice Reisfield. Estas pueden incluir:

  • La terapia física.

  • Trabajar con un psicólogo para aprender a cambiar sus pensamientos y comportamientos relacionados con el dolor.

  • Enfoques alternativos como la acupuntura y el tai chi.

Esos métodos no son sólo para personas con alto riesgo de adicción. Son parte de una estrategia general de manejo del dolor que puede incluir, pero no se limita a, medicamentos.

3. Utilizar la medicación para su finalidad adecuada

"La gente tiene que estar atenta a que la medicación no se convierta en un mecanismo de afrontamiento de otros problemas", dice la doctora Karen Miotto, psiquiatra especialista en adicciones de la UCLA.

Si tu médico te receta un medicamento que hace que tu dolor sea más tolerable y lo usas según las indicaciones, está bien. Pero si lo usas por alguna otra razón que tu médico desconoce, es una señal de alarma. Por ejemplo, si odias tu trabajo y tomas el fármaco porque crees que te tranquiliza, es una señal de que podrías desarrollar un problema, dice Miotto.

4. Esté atento a las primeras señales de problemas

Aquí hay cuatro señales de advertencia de que puedes estar haciendo un mal uso de tu analgésico recetado:

  • No está tomando el medicamento como se le ha recetado.

  • Estás tomando el medicamento por razones distintas a las que el médico te recetó.

  • Su consumo de la droga le ha hecho faltar al trabajo o a la escuela, descuidar a sus hijos o sufrir otras consecuencias perjudiciales.

  • No has sido honesto (con tu médico, con tus seres queridos o contigo mismo) sobre tu consumo de la droga.

Tu médico debe trabajar contigo para limitar el riesgo de adicción. Es posible que te pregunten sobre cómo estás, que te hagan un análisis de orina para comprobar la medicación y que te pidan que lleves todos tus medicamentos para poder comprobar cuántos quedan y de dónde proceden las recetas.

5. Pedir ayuda

Si sientes que estás perdiendo el control sobre el uso de los analgésicos, o si tienes dudas sobre si te estás volviendo adicto a ellos, puedes consultar a un médico especializado en medicina del dolor. Éste debe escuchar tus preocupaciones sin juzgarlas y adoptar un enfoque razonado.

Por ejemplo, si cree que necesitas dejar un determinado fármaco, podría estudiar la posibilidad de cambiarlo por otro con menos posibilidades de abuso. Si tu médico no se siente cómodo manejando tu situación, considera pedir una segunda opinión a un psiquiatra o a un especialista en adicciones, dice Miotto.

6. Toma precauciones

Los fármacos analgésicos pueden provocar otros problemas además de la adicción, dice Miotto. Guarda los opiáceos bajo llave para que los niños, los adolescentes y otras personas de tu casa no puedan tomarlos.

Y ten mucho cuidado con el uso de otros fármacos con o sin receta junto con los opiáceos. Algunas combinaciones pueden provocar la pérdida de conocimiento, la interrupción de la respiración e incluso la muerte.

Cuando Candy Pitcher, de 56 años, acude mensualmente a la clínica del dolor, el personal le hace pruebas aleatorias de drogas y cuenta sus pastillas de morfina. A ella no le importa la atención. "Por los beneficios que me han proporcionado los opioides, estoy dispuesta a hacerlo", dice.

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