El actor Lou Gossett se enfrenta a la discriminación

El actor Lou Gossett tiene una nueva autobiografía y un nuevo proyecto: abolir el racismo, la violencia y la ignorancia.

Si pensamos en Lou Gossett Jr., inmediatamente nos viene a la mente su amenazante sargento de artillería de la Marina Emil Foley en Un oficial y un caballero. Pero por muy temible que fuera el papel de esa exitosa película, Gossett en la vida real es todo menos eso.

Prueba de ello es su nueva autobiografía, An Actor and a Gentleman (Un actor y un caballero), que salió a la venta el mes pasado, en la que describe cómo pasó algunos de sus primeros años en Hollywood sintiendo miedo. Su segundo viaje a la ciudad, en los años 60, fue una pesadilla.

"Alquilé un Fairlane Galaxie 500, blanco con el interior rojo", recuerda. "Bajé la capota, encendí la radio y empecé a conducir por Sunset Boulevard", dice. Entonces, la realidad me golpeó. Gossett tardó cuatro horas y 55 minutos en recorrer 16 kilómetros porque la policía le paró muchas veces. Gossett, que creció en Brooklyn (Nueva York), donde las amistades son transversales a las etnias, dice: "Recibí mi primera dosis de racismo".

La Fundación Eracismo de Lou Gossett

La igualdad racial en Estados Unidos ha avanzado mucho desde entonces, pero aún queda mucho trabajo por hacer. Y Gossett, de 75 años, está a la vanguardia con su nuevo proyecto, la Fundación Eracismo, dedicada a abolir el racismo, la violencia y la ignorancia. La fundación se organizará en torno a los "Centros Shamba" en el corazón de las ciudades, lugares donde los niños pueden ir después de la escuela a hacer deporte, pasar el rato y aprender sobre su historia y cultura.

Mantener a los niños alejados de las drogas será un objetivo obvio de los centros, una batalla con la que Gossett está demasiado familiarizado. Después de ganar el Oscar al mejor actor de reparto en 1983 por Un oficial y un caballero, esperaba que le llovieran las ofertas de actuación. "Cuando mis coetáneos de Nueva York consiguieron el Oscar, pudieron hacer lo que quisieron", dice. Pero Gossett no lo hizo. "Mi corazón empezó a romperse", dice. "Y caí en el autoabuso". Las drogas y el alcohol mitigaron el dolor hasta que se vio obligado a enfrentarse a la realidad. "Un médico me dijo: 'No vas a estar mucho tiempo'". Y entonces inició el camino de la recuperación.

Le ayudaron en ese camino Satie, su hijo biológico, y Sharron, a quien Gossett adoptó después de verlo durante un segmento sobre los sin techo en el programa Good Morning America de la ABC en 1985. Pero si se intenta felicitar a Gossett por haber cambiado literalmente el curso de la vida de un niño, responde simplemente: "Hemos cambiado la vida del otro". Tiene las mismas esperanzas para los Centros Shamba. "Necesitamos ser un solo país, bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos".

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