Por qué la visión de la sangre puede hacer que te desmayes C y qué puedes hacer al respecto.
No esperaba desmayarme al ver la sangre de mi hijo. Como madre, mi trabajo consiste en atender a los niños con problemas, y cuando mi hijo vino a verme tras romperse el pulgar hace unos meses, me preparé para hacer mi mejor papel de Florence Nightingale. Entonces vi la sangre.
La habitación empezó a dar vueltas. Me entró un sudor frío. Sentí que se me iba el color de la cara. Después de gritar a mi marido para que se hiciera cargo, me deslicé hasta el suelo de la cocina.
Los psicólogos no saben exactamente por qué hasta un 15% de nosotros experimenta la caída de la presión arterial que nos hace desmayarnos cuando vemos sangre. Una de las teorías es que el fenómeno -denominado oficialmente fobia a la sangre- es un mecanismo evolutivo.
La idea es que, en el pasado, cuando alguien se abalanzaba sobre otra persona con un palo afilado o una piedra, una especie de variación genética permitía a ciertas personas desmayarse en respuesta, explica Tyler C. Ralston, PsyD, psicólogo clínico de Honolulu, que trata a personas con fobias a la sangre. Los guerreros que se desmayaban parecían muertos y eran pasados por alto durante la batalla. El descenso de la presión sanguínea también podría haber ayudado a los heridos a evitar desangrarse. Los supervivientes transmitían entonces el gen del desmayo.
Tratamiento de la fobia a las heridas de sangre
Y aunque esto pudo ser útil para nuestros antepasados, puede ser absolutamente debilitante para las personas que no pueden superar un simple análisis de sangre.
Afortunadamente, los psicólogos han ideado formas de tratar el miedo, así que si tiene problemas para mantenerse erguido ante la visión de la sangre, intente encontrar un psicólogo formado en el tratamiento de las fobias. Para obtener una referencia, consulte la Asociación de Terapias Conductuales y Cognitivas (www.aabt.org) o la Asociación de Trastornos de Ansiedad de América (www.adaa.org). El terapeuta puede darte un entrenamiento de relajación (relajar progresivamente los músculos del cuerpo), que puede ser útil para la fobia a la sangre.
La técnica que parece más eficaz es la llamada tensión aplicada, desarrollada por el psicólogo sueco Lars-G?ran ?st, que funciona mejor cuando se combina con un programa de autoexposición.
Para aprender la tensión aplicada se trabaja con un terapeuta. Cuando empieces a sentirte mareado, tensa los músculos de los brazos, las piernas y el tronco durante unos 10 o 15 segundos para elevar la presión arterial y evitar el desmayo. Una vez que dominas la tensión aplicada, el terapeuta te expone, paso a paso, a las situaciones que desencadenan tu fobia.
El primer paso puede consistir en pensar en ir en coche a la clínica donde te sacan sangre. En sesiones posteriores, puede que veas vídeos de análisis de sangre o que simules la experiencia. Puedo entrar con una bata de laboratorio y poner el torniquete en el brazo [del paciente], dice el doctor Martin Antony, profesor de psicología de la Universidad Ryerson de Toronto y autor de Overcoming Medical Phobias: How to Conquer Fear of Blood, Needles, Doctors, and Dentists. Después de tres a cinco sesiones, deberías ser capaz de mirar la sangre sin que el mundo empiece a nadar.