Descubra cómo se puede utilizar la psicología humanista en la terapia humanista.
La psicología humanista y la terapia humanista van de la mano, ya que esta última se centra en la capacidad de las personas para tomar decisiones racionales y alcanzar su pleno potencial. Este enfoque terapéutico se centra en el cliente y le permite tomar la iniciativa en la conversación. También les permite descubrir su verdadero yo y encontrar soluciones a sus problemas en el proceso.
El terapeuta actúa como un oyente respetuoso y sin prejuicios que guía el proceso terapéutico. Reconoce sus experiencias sin tratar de desviar la conversación en otra dirección.
Los supuestos importantes de la psicología humanista incluyen:
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Los sentimientos, los pensamientos y la percepción, entre otros, son fundamentales para saber cómo te sientes sobre ti mismo, que es el principal indicador de tu comportamiento.
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Tu necesidad de alcanzar tu máximo potencial es un proceso natural.
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Todas las personas tienen libre albedrío, y necesitas responsabilizarte de tus comportamientos para el crecimiento y la realización personal.
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Las personas pueden ser buenas con el conjunto de condiciones adecuadas, especialmente durante la infancia.
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Un psicólogo debe tratar cada caso de forma individual, ya que cada persona es diferente con experiencias únicas.
La psicología humanista en la terapia
Los psicólogos humanistas utilizan métodos como las entrevistas no estructuradas, la observación y los cuestionarios abiertos.
En las entrevistas no estructuradas, el terapeuta busca entender cómo piensas y sientes, sin centrar la sesión en ningún tema o idea en particular. También te observan durante las sesiones, lo que facilita que te abras y des un feedback directo.
Los psicólogos que utilizan esta forma de terapia adaptan el tratamiento al individuo, ya que entienden que cada persona es diferente con necesidades y motivos únicos.
Terapia humanista
La terapia humanista adopta un enfoque holístico que se centra en el libre albedrío, el potencial humano y el autodescubrimiento. Su objetivo es ayudarte a desarrollar un sentido fuerte y saludable de ti mismo, a explorar tus sentimientos, a encontrar un significado y a centrarte en tus puntos fuertes.
Hay dos enfoques de la terapia humanista:
La empatía. El terapeuta trata de comprenderte. La empatía permite al terapeuta relacionarse con tus experiencias desde su perspectiva.
Consideración positiva incondicional. Esto significa que el terapeuta muestra calidez, es receptivo y no juzga. Evitan mostrarse como una figura autoritaria.
Tipos de terapia humanista
Terapia centrada en el cliente?: La teoría centrada en el cliente utiliza la técnica de la escucha activa. El terapeuta escucha, reconoce y parafrasea sus preocupaciones. Esta técnica de terapia cree en la idea de proporcionar un entorno de apoyo en el que puedas sentirte libre de ser tú mismo en un espacio sin prejuicios...
La capacidad de entrar en contacto con tu verdadero yo te ayuda a comprenderte tal y como eres. La terapia centrada en el cliente se basa en gran medida en la consideración positiva incondicional y la empatía.
Terapia Gestalt: La terapia Gestalt se centra en las habilidades y técnicas que te permiten ser consciente de tus sentimientos y emociones. Trata de animarle a ser consciente del aquí y el ahora, y a aceptar la responsabilidad de sus acciones y su comportamiento.
Terapia existencial: Este enfoque se centra más en el libre albedrío, la autodeterminación y la búsqueda de sentido.
Cómo se puede utilizar la terapia humanista
Algunos estudios sugieren que la terapia humanista puede tener éxito en comparación con otros tipos de psicoterapia para influir en los cambios positivos de los clientes que participan en este tipo de tratamiento.
La terapia humanista puede ser eficaz para las personas que tienen:
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Depresión
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Ansiedad y trastornos de la personalidad
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Adicciones, como el alcoholismo
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Problemas de relación de pareja
Limitación de la terapia humanista
Si una persona tiene problemas de comunicación y comprensión verbal, este enfoque podría limitarla a la hora de crear una relación de trabajo con su terapeuta.