El VIH puede provocar un aumento o una pérdida de peso. Aprende a mantener tu peso estable durante el tratamiento.
Es importante mantenerse sano cuando se tiene el VIH, y eso incluye mantener el peso en un rango saludable. Hay cosas que puedes hacer para perder el peso que has ganado o recuperar el que has perdido.
Empieza por hablar con tu médico. Juntos podréis averiguar la causa de tus cambios de peso y encontrar soluciones.
Cómo afecta el VIH al peso?
El VIH puede afectar a tu apetito o provocar síntomas como llagas en la boca y náuseas que te dificulten comer. Además, con el VIH se queman más calorías porque el cuerpo necesita más energía para combatir las infecciones.
La pérdida de peso solía ser un gran problema para las personas con VIH. A veces la gente perdía tanto que sus médicos lo llamaban "desgaste".
Hoy en día, los tratamientos contra el VIH evitan la pérdida de peso extrema. El tratamiento antirretroviral mantiene el virus bajo control y evita que se produzcan infecciones. Una vez que estés en tratamiento, es posible que ganes peso, sobre todo en el vientre. Esto se debe a que el aumento de peso es un efecto secundario de algunos medicamentos contra el VIH, como los inhibidores de la integrasa y la tenofovir alafenamida.
Aproximadamente 1 de cada 6 personas aumenta al menos un 10% de su peso corporal en los dos años siguientes al inicio de la terapia antirretroviral. Si comes muchos alimentos ricos en calorías y grasas y no haces suficiente ejercicio, puedes añadir más kilos.
Consulta a tu médico
El peso es una cosa importante a tener en cuenta cuando se tiene el VIH. Ganar demasiado aumenta el riesgo de padecer diabetes y enfermedades cardíacas. Perder demasiado debilita tu cuerpo y hace más difícil combatir las infecciones.
Controla tu peso en casa. Informe a su médico de cualquier cambio, ya sea hacia arriba o hacia abajo, especialmente si pierde 2,5 kilos o más. Informe también a su médico de todos los medicamentos que toma, incluidos los que provocan un aumento de peso como efecto secundario.
Hable con su médico sobre síntomas como el cansancio, las llagas en la boca o las náuseas que le dificultan comer. Los tratamientos pueden aliviar estos síntomas y devolverle el apetito. Si has perdido mucho peso, tu médico puede darte un suplemento nutricional para aumentar las calorías y los nutrientes.
Haz algunos cambios en tu dieta
Una dieta saludable es extra importante cuando tienes el VIH. Necesitas una buena nutrición para mantener tu energía y fuerza y ayudar a tu sistema inmunitario a trabajar lo mejor posible. Tu médico y un dietista pueden aconsejarte sobre cómo alcanzar tus objetivos de peso y nutrición con la dieta.
Comer más proteínas y calorías puede ayudarte a ganar peso. Las proteínas adicionales también ayudan a reforzar tu sistema inmunitario. Los frutos secos, el queso, los huevos y la carne magra son buenas fuentes de proteínas.
Aumente el número de calorías diarias añadiendo alimentos ricos en grasas saludables y carbohidratos, como la mantequilla de cacahuete, el aguacate, la pasta y las patatas. Pregunta a tu médico si debes tomar también un multivitamínico.
Si no tiene mucho apetito, coma comidas y tentempiés más pequeños de seis a ocho veces al día. Las porciones pequeñas pueden ser más fáciles de comer que las comidas grandes. Si tiene llagas en la boca, coma alimentos suaves que no le causen dolor. Evita los alimentos picantes y los cítricos si te hacen daño en la boca.
Si necesita perder peso, reduzca las grasas y las calorías. Tu médico puede darte un objetivo calórico diario para tu tipo de cuerpo y tu estatura. Comer alimentos más densos en nutrientes y menos calóricos, como frutas, verduras y cereales integrales, es una forma de alcanzar el peso deseado.
Haz ejercicio
El ejercicio es un complemento importante de la dieta. Tanto el ejercicio aeróbico como el de resistencia (entrenamiento de fuerza) ayudan a perder grasa y a desarrollar la fuerza muscular.
Los ejercicios aeróbicos, como la natación, el ciclismo y los paseos, hacen que el corazón bombee. Intente hacer ejercicio aeróbico durante 150 minutos a la semana, o 30 minutos al día durante 5 días a la semana. Comience lentamente si el programa es nuevo para usted. A medida que se ponga en forma, aumente gradualmente la duración y la intensidad de sus ejercicios.
Junto con el ejercicio aeróbico, realice un entrenamiento de fuerza dos veces por semana para reducir la grasa y desarrollar los músculos. Levante pesas, trabaje con bandas o utilice su propio peso corporal como resistencia. El entrenamiento de fuerza también puede ayudarte a mantener tu peso y conseguir un cuerpo más delgado.
Por muy sano que te sientas, consulta a tu médico antes de empezar cualquier programa de ejercicio nuevo. Aunque el ejercicio es seguro para la mayoría de las personas con VIH, es posible que tengas que modificar tu programa si el virus ha afectado tu fuerza o tu respiración.