Las enfermedades cardíacas son la primera causa de muerte en Estados Unidos. Cada día mueren más de 2.150 estadounidenses por enfermedades cardiovasculares, lo que equivale a una muerte cada 40 segundos. El médico explica por qué los desfibriladores externos automáticos podrían ayudar a reducir esas cifras.
Muchas de estas muertes se producen sin apenas aviso por un síndrome llamado parada cardiaca súbita. La causa más común de la parada cardíaca súbita es una alteración del ritmo cardíaco denominada fibrilación ventricular.
La fibrilación ventricular es peligrosa porque el corazón no bombea sangre, lo que corta el suministro de sangre al cerebro y a otros órganos vitales. Sin embargo, a menudo puede tratarse con éxito aplicando una descarga eléctrica en el pecho con un procedimiento llamado desfibrilación.
En las unidades de cuidados coronarios, la mayoría de las personas que sufren una fibrilación ventricular sobreviven, porque la desfibrilación se realiza casi inmediatamente. La situación es justo la contraria cuando la parada cardíaca se produce fuera de un entorno hospitalario. A menos que la desfibrilación pueda realizarse en los primeros minutos tras el inicio de la fibrilación ventricular, las posibilidades de revivir a la persona (reanimación) son muy escasas.
Por cada minuto que una persona permanece en fibrilación ventricular y no se le practica la desfibrilación, las posibilidades de sobrevivir descienden casi un 10%. Después de 10 minutos, las posibilidades de reanimar a alguien con parada cardíaca son casi nulas.
La reanimación cardiopulmonar, normalmente conocida como RCP, proporciona respiración y circulación artificial temporal. Puede suministrar una cantidad limitada de sangre y oxígeno al cerebro hasta que esté disponible un desfibrilador. Sin embargo, la desfibrilación es la única forma eficaz de reanimar a alguien con fibrilación ventricular.