Cómo comer bien y hacer ejercicio con una enfermedad cardíaca

Si sabe que padece una enfermedad cardíaca, el ejercicio y la dieta son más importantes que nunca. El médico explica cómo pueden ayudar y qué tipos son los mejores.

Algunas investigaciones demuestran que incluso pueden funcionar tan bien como los medicamentos para controlar su enfermedad.

Utilice estos consejos para empezar hoy mismo.

¿Preocupado por el sabor? ¡Relájese!

La combinación adecuada de alimentos puede reportar grandes beneficios para la salud, como la pérdida de peso, la reducción del colesterol y la mejora de los niveles de presión arterial. Para muchas personas, es un gran cambio. Pero, ¡sorpresa! Puede ser delicioso.

Traza un nuevo camino en la tienda de comestibles.

Pásate por el pasillo de las frutas y verduras. Las frutas y las verduras tienen muchos nutrientes y pocas grasas y calorías. Intenta tomar al menos 4 raciones y media al día. Para potenciar la nutrición, mezcla colores, como el verde del brócoli y las coles de Bruselas, el amarillo de la calabaza y los plátanos, y el rojo de los pimientos y los tomates.

Consigue granos.

Puedes comer cereales integrales como el arroz integral, la avena o la cebada. O busca productos elaborados con ellos. Conseguirás un gran sabor y fibra, que ayuda a reducir el colesterol.

Date un festín de pescado.

Los pescados grasos como el salmón y la trucha son ricos en ácidos grasos omega-3. Estas grasas saludables ayudan a prevenir un ritmo cardíaco irregular, reducen los niveles de grasas en la sangre llamados triglicéridos y frenan la acumulación de placa que obstruye las arterias y puede causar un ataque cardíaco. Recójalos del mostrador de mariscos (o de una lata) al menos dos veces por semana.

Cambia tus condimentos.

El exceso de sal puede elevar la presión arterial, lo que obliga al corazón a trabajar más. La Asociación Americana del Corazón sugiere que reduzcas la cantidad a no más de 1.500 mg diarios, aproximadamente media cucharadita. En su lugar, utilice albahaca, limón o ajo para dar sabor a los alimentos.

Utiliza la energía de las plantas.

Apuesta por los aceites de canola, linaza u oliva. Ya has pasado por eso? Prueba con los aceites de nuez o de semilla de uva. Tienen un alto contenido en ácidos grasos insaturados, que ayudan a reducir los niveles de colesterol "malo" (LDL).

Las mejores dietas para las enfermedades del corazón

Cree su propio plan de alimentación utilizando los consejos anteriores. O siga una de estas dietas, que se adaptan bien a las personas con enfermedades del corazón.

La dieta mediterránea

es una buena forma de seguirla. Tiene un alto contenido de frutas frescas, verduras, cereales integrales y pescado y un bajo contenido de carne roja y azúcar. Incluso puedes tomar pequeñas cantidades de vino tinto si tu médico te lo permite.

Esta dieta recibe una alta calificación en lo que respecta a las enfermedades del corazón porque los estudios demuestran que mejora los riesgos cardíacos, como los triglicéridos altos y la inflamación. Las personas que siguen este tipo de plan tienen menos probabilidades de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral o de morir de una enfermedad cardíaca.

La dieta DASH

, como

el plan mediterráneo, es grande en frutas y verduras frescas, granos enteros, productos lácteos bajos en grasa y nueces. También es bajo en carnes rojas y azúcares refinados. Los estudios demuestran que puede reducir la presión arterial alta, lo que podría disminuir el riesgo de sufrir un ataque al corazón o un derrame cerebral. DASH son las siglas en inglés de Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión.

Ejercicio para el corazón

Las enfermedades del corazón no significan que estés fuera de juego. En realidad, es una señal para moverse más.

Cuando lo conviertes en un hábito, se amortiza la presión arterial y el colesterol y mantiene el corazón bombeando con fuerza. También es bueno para el estado de ánimo y el nivel de estrés. ?

En primer lugar, pregúntale a tu médico si hay algún límite en lo que puedes hacer.

A continuación, intente hacer 150 minutos de ejercicio de intensidad moderada a la semana. Hay muchas opciones. Puedes montar en bicicleta, dar un paseo rápido o ir a nadar.

Añade dos días de entrenamiento de fuerza a la semana. Levanta pesas ligeras o haz ejercicios con bandas de resistencia.

Si tienes poco tiempo, divide el ejercicio en mini-entrenamientos de 15 minutos. Obtendrás los mismos beneficios. Haz algo que te guste para que lo sigas haciendo. Pasea al perro. Toma una clase de baile. O juega al tenis con un amigo.

El corazón en forma es inteligente

Un fisioterapeuta o entrenador puede ayudarte a diseñar un programa de ejercicios a medida. O su médico puede recomendarle un programa de rehabilitación cardíaca para enseñarle a hacer ejercicio de forma segura.

Empiece despacio. Un paseo suave de 10 minutos puede ser todo lo que pueda hacer al principio. Cuando se sienta preparado, vaya aumentando poco a poco la duración y la intensidad de los ejercicios.

Cuando la temperatura se dispare o descienda, lleve su rutina al interior. Las enfermedades del corazón pueden afectar a la capacidad del cuerpo para controlar el frío y el calor.

No levantes pesos pesados ni hagas ejercicios que te hagan contener la respiración. Contener la respiración hace que el corazón trabaje más.

Tómese el pulso con frecuencia mientras hace ejercicio. Pregunte a su médico cuál es su pulso objetivo. Si se dispara demasiado, deje de hacer ejercicio o reduzca la velocidad.

Si te mareas o te falta el aire, deja de hacer ejercicio. Pero lo más probable es que, a medida que vayas ganando en salud, seas capaz de hacer más de lo que esperas.

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