La doctora explica los efectos del estrés en la piel, desde la aparición de acné hasta las erupciones y mucho más.El estrés puede afectar a todo el cuerpo, incluidos el cabello, las uñas y la piel. Como el estrés forma parte de la vida, lo importante es cómo lo manejas.
El estrés provoca una respuesta química en tu cuerpo que hace que la piel sea más sensible y reactiva. También puede dificultar la curación de los problemas cutáneos.
¿Has notado que te salen más brotes cuando estás estresado? Esto se debe a que el estrés hace que el cuerpo produzca hormonas como el cortisol, que indica a las glándulas de la piel que produzcan más grasa. La piel grasa es más propensa al acné y a otros problemas cutáneos.
El estrés también puede:
Empeorar los problemas de la piel.
Por ejemplo, el estrés puede agravar la psoriasis, la rosácea y el eczema. También puede provocar urticaria y otros tipos de erupciones cutáneas y desencadenar un brote de herpes febril.
Interfiere con el cuidado diario de la piel.
Si estás estresada, puedes escatimar en esta parte de tu rutina, lo que puede agravar los problemas de la piel.
También puede ser estresante tener problemas con la piel. Algunas personas se sienten tan mal por su aspecto que se guardan para sí mismas, lo que añade más estrés.
Si tienes un problema que no se cura o que sigue reapareciendo, reconsidera cómo manejas el estrés.
8 formas de aliviar los efectos del estrés en tu piel
Probablemente no puedas evitar el estrés por completo, pero puedes probar formas de manejarlo mejor. Prueba estos enfoques:
No descuides tu piel. Cuídala, aunque estés cansada o estresada.
Haz ejercicio con regularidad. Es bueno para tu piel y para el resto del cuerpo.
Dedica tiempo a ti misma para hacer algo que te guste, aunque sólo tengas 10 minutos. Date un baño o lee un libro.
Da una vuelta a la manzana.
Practica técnicas de gestión del estrés, como ejercicios de respiración, yoga, meditación o imágenes visuales.
Duerme lo suficiente. Lo ideal es dormir entre siete y ocho horas cada noche.
Di que no. No pasa nada por poner límites y fronteras para rebajar tu estrés.
Habla con alguien. Busca el apoyo de un amigo o de un terapeuta profesional.