6 mitos sobre el ejercicio y el envejecimiento

¿Crees que eres demasiado mayor para beneficiarte del ejercicio? Te equivocas! El médico te dice cómo seguir un camino saludable después de los 65 años.

Por dentro y por fuera, uno gana cuando se mantiene activo, independientemente de la edad que tenga. Pero no siempre es así, sobre todo si llevas un tiempo al margen.

¿Has caído en alguna de estas ideas falsas sobre el envejecimiento y el ejercicio? Infórmate para volver a salir a la calle.

1. Soy demasiado viejo.

En realidad, no moverse es mucho más arriesgado y puede acelerar el proceso de envejecimiento.

Las personas inactivas tienen el doble de probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas, y también tienen más visitas al médico y toman más medicamentos.

Si no ha hecho ejercicio durante mucho tiempo, empiece poco a poco con una actividad aeróbica de bajo impacto que eleve su ritmo cardíaco, como la natación.

Para la salud general del corazón, la Asociación Americana del Corazón recomienda 30 minutos de actividad aeróbica 5 días por semana, y 2 días por semana de entrenamiento de fuerza. Si media hora al día le parece desalentadora, piense en algo pequeño. Incluso un paseo de 10 minutos es un buen comienzo.

El ejercicio no tiene por qué significar la práctica de un nuevo deporte. Pero si hay una actividad que te gustaba hacer cuando eras más joven (por ejemplo, el tenis o el voleibol), busca la forma de retomarla.

2. Me lesiono a mí mismo.

No si sabes lo que haces y trabajas dentro de tus límites.

En primer lugar, habla con tu médico antes de empezar un programa de ejercicios. Él puede indicarte qué actividades debes probar y cuáles debes evitar.

Cuando empieces, trabaja con un profesional que pueda mostrarte exactamente lo que debes hacer. De este modo, estarás seguro.

Recuerda que cuanto más en forma estés, menos probabilidades tendrás de lesionarte. Mejorar el equilibrio haciendo cosas como el yoga y el tai chi también puede ayudarte a evitar las caídas en tu vida diaria. También lo hará el entrenamiento de fuerza, que puedes hacer con pesas de mano, con máquinas de un gimnasio o incluso con tu propio peso corporal (piensa en flexiones y estocadas).

3. Mi corazón no es lo suficientemente fuerte.

Cuando se hace con regularidad, el ejercicio ayuda a fortalecer el corazón en lugar de ponerlo en riesgo.

No es necesario apuntarse a un maratón, ni siquiera a una carrera de 5 kilómetros. La actividad física puede ser tan sencilla como dar un paseo a paso ligero. Eso es suficiente para ayudar a tu circulación sanguínea y a tus niveles de colesterol, y puede alegrar tu estado de ánimo.

4. "No me lo puedo permitir".

Claro que podrías desembolsar una pequeña fortuna en una membresía de gimnasio o en equipos de ejercicio; pero para ponerte en forma, no tienes que gastar un centavo.

Ponte unas zapatillas de deporte con buena sujeción y sal a caminar o a correr. O dedica una hora a cultivar el jardín.

Si hace mal tiempo, utiliza lo que tengas a mano en tu casa. Las conservas funcionan bien como pesas ligeras para el entrenamiento de resistencia.

También puedes utilizar tu propio peso corporal (para hacer planchas o flexiones), o subir y bajar las escaleras. Si quieres invertir en una máquina, busca aparatos de ejercicio poco usados en las ventas de garaje locales.

Si le apetece asistir a clases en grupo o recibir algo más de instrucción, hay muchos recursos para mantenerse en forma. Algunos gimnasios ofrecen descuentos a las personas mayores y algunos planes de salud cubren la afiliación a determinados programas de fitness.

También puedes consultar los recursos de tu comunidad. Algunos parques locales pueden tener equipos básicos de ejercicio, e incluso algunos lugares de culto ofrecen clases de fitness gratuitas.

5. No me muevo como antes.

Eso era antes; esto es ahora. No juzgues lo que puedes hacer hoy por lo que hiciste en el pasado.

Hacer ejercicio no consiste en correr tan rápido como lo hacías en el equipo de atletismo del instituto o cuando tenías 20 años. Puedes moverte a tu propio ritmo y seguir beneficiándote.

Un estudio de la Universidad de Yale descubrió que las personas mayores que caminaban sólo 20 minutos al día tenían un menor riesgo de discapacidad motriz al cabo de 2 años que las que no lo hacían.

En lugar de mirar hacia atrás para lo que solía hacer, adopte la aptitud física como una herramienta para mantenerse mental y físicamente agudo en los años venideros.

6. No tengo a nadie con quien hacer ejercicio.

¡Puedes encontrar a alguien! Únete a un club de senderismo o de jardinería. Comprueba el horario de tu centro comunitario local o del YMCA para ver qué clases de ejercicio gratuitas o asequibles ofrecen. Encuentra oportunidades para conectar con personas que disfrutan de las mismas actividades que tú.

Una vez que empieces a hablar de tu estilo de vida activo, puede que te sorprenda saber que ya hay gente a tu alrededor con la que puedes hacer ejercicio y que está trabajando para ponerse en forma. O tal vez inspire a alguien en su vida para que se ponga en movimiento, y los dos puedan hacer ejercicio juntos.

Confía en que si te pones en movimiento, todo lo demás -como encontrar un compañero de entrenamiento- se acomodará.

Hot